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jueves, 4 de octubre de 2018

"El capitán"

Con retraso, con mucho retraso, llega esta película que hoy reseño a la cartelera española. Representó al cine alemán en el Festival de San Sebastián del año 2017 y hasta septiembre de este año no ha podido disfrutarse por el gran público. Viene avalada por un premio a la mejor fotografía y estupendas críticas recibidas a nivela nacional e internacional. El film nos sitúa a finales de la 2ª Guerra Mundial en Alemania. El ejército alemán huye en desbandada y se producen gran número de deserciones y actos de rapiña en territorio germano. El ejercicio de la disciplina raya la crueldad. Producto de ello, un joven cabo, en su huida de unidad a la que pertenece, encuentra un vehículo abandonado con un uniforme de capitán. A partir del momento en que el joven se enfunda en su nueva piel de oficial, se creará a su alrededor un micro universo de abusos, tiranía, locura y crueldad, en el escenario de una Alemania caída en la debacle de la derrota y la propia pérdida de conciencia y humanidad.
"El capitán" se adentra en forma de cuento de terror, en la historia real del cabo, que gracias a un uniforme, llegó a comandar a un grupo de soldados alemanes, organizando una serie de masacres en un campo de prisioneros alemanes ocupado por  guardias de la SA con ansias de masacrar a los  ladrones, desertores y delincuentes, que allí se encuentran recluidos. Más tarde en su afán por liderar su pequeña compañía de justicieros asesinos, se plantará en una pequeña población alemana donde gobernara su pequeño reino, donde el alcohol, la lujuria y el asesinato coparán su existencia de mentira y inhumanidad. Todo este desarrollo evoluciona de la manera más tonta e inocente, entroncando en cadena cada uno de los acontecimientos que se suceden, uno tras otro, sin opción a la vuelta atrás. Las decisiones del joven militar tienen sus consecuencias. Su misión vital de sobrevivir desencadena injusticia, muerte y destrucción, deshumanizando al personaje y su entorno, gobernado por el descontrol devenido de una guerra perdida, la huida sin destino y la crueldad heredera de seis años de guerra en el entorno del ideario nazi. 
Porque esta es una película que muestra al espectador lo que la rutina y la necesidad instrumentada por el mal y la injusticia puede provocar en la humanidad. El desgaste de un régimen y una guerra, marcan sin remedio el nacimiento de la bestia originada en el campo devastado de un ejército que se debate entre la rebeldía, el pillaje y la ejecución sumaria originada en el ideario más cruel y inmisericorde. Los protagonistas, simples piezas sin importancia en el conjunto y complejo engranaje de la supuesta gran Alemania de Hitler, heredan en su pequeño y más cercano universo la impronta presencia de la imposición de la "injusticia" del más fuerte y cruel, la que da el poder de decidir sobre la vida y la muerte del prójimo. La guerra y sus consecuencias, el poder del uniforme y las siglas, utilizados como excusa para defender un ideario y un país, terminan por generar un infierno de sangre, dolor y odio gratuito, destapando lo más sucio, desalmado y cruel del ser humano. En esencia, esto es lo que define este film, y lo hace sin trampas ni velos que disimulen los hechos que, por medio de un uniforme y voluntad, convirtieron a un muchacho aterrado y perdido, en un desalmado ser humano.
Pero el film tiene más atractivos, más allá de pintar un terrible cuadro sobre la pérdida de la humanidad y el proceso de conversión de la inocencia a la más pura maldad. El director Robert Schwentke, artífice de no pocas producciones americanas dirigidas al más puro entretenimiento, como son algunas entregas de la serie "Divergente" o la película "Red", se deshace del efectismo artificioso empleado en ellas, para construir un cuadro en blanco y negro, basado en una gran fotografía, largos planos y la interpretación gestual y plena de los actores alemanes protagonistas. La cámara deambula, en un elaborado camino de ida y vuelta, entre el entorno de los paisajes solitarios y yermos de la Alemania castigada por la guerra, la presencia del recóndito campo de concentración de la SA y las caras, gestos y conversaciones cercanas a la locura de los oficiales y soldados enfrascados en sus locas cavilaciones mesiánicas. Y lo hace  a la perfección, insuflando a la historia transmitida en la pantalla la frialdad precisa, como para dejar al espectador con una triste y terrible sensación, remarcada con un trascendente epílogo planteado en los títulos de crédito, que nos alerta del peligro de caer de nuevo, años después, en los errores y fatalidades del pasado, en nuestra desorientada sociedad de hoy en día.