Segunda entrega de la "Trilogía berlinesa", escrita por Philip Kerr y protagonizada por el detective Bernie Gunther, "Pálido criminal" nos traslada al Berlín de 1938. En este caso, la novela gira alrededor de dos investigaciones. Una en la que Gunther, ejerciendo de detective privado, afronta un caso de chantaje al que se ve arrastrado el hijo homosexual de una familia acaudalada. Por otro, y recuperando momentáneamente un puesto como comisario en la policía, enfrentándose a la búsqueda y captura de un asesino de jóvenes chicas adolescentes que está asolando Berlín.
Tras "Violetas de marzo", primera novela de este personaje creado por Philip Kerr, la Alemania en 1938 está protagonizada por las conversaciones con el gobierno británico al respecto de la ocupación alemana de Checoslovaquia. Se huele aires de guerra, y los propios alemanes creían dar por hecho que Inglaterra y Francia nunca permitirían dicha ocupación, sin recurrir a un guerra preventiva. Mientras, el poder nazi ya bien asentado comienza a señalar a homosexuales y judíos como objetivos de represión, mientras el pulso por el poder interno del gobierno y los brazos de policiales del estado, sigue enfrentado de manera firme pero velada, a Heyndrich y Himmler. Por lo demás, resulta curioso el acercamiento de éste último hacia la búsqueda de poderes misteriosos, teorías y mitos germánicos con los que afianzar el sistema nazi y pretendidas alianzas con fuerzas arcanas y místicas. La cúpula del poder de las SS afianzará a lo largo de los años una religión propia y germánica, con la que potenciar su poder en una Alemania pura en raza y fiel a Hitler. Todos estos rasgos, los asesinatos, los judíos, la mística y clarividencia de supuestos visionarios y la relación con las fuerzas vivientes de las SS, marcan esta novela, en la que personas, lugares y hechos, forman parte de la historia real de aquel 1938 y posteriores años.
Kerr personifica en su protagonista su propia visión de Berlín. El carácter especial de Gunther y su sentido del deber junto a cierto aire de socarronería no terminan de cuajar en su convivencia con el régimen Nazi. Sin embargo, la resolución de los casos le llevan a intentar aprovecharse de sus superiores y sus incómodos jefes, para intentar poner un poco de cordura y justicia en una ciudad que tiende a convertirse en una lugar realmente peligroso para no pocas personas que se encuentran en el punto de mira del poder establecido. En este filo de la navaja es donde el detective demuestra su buen hacer en la investigación y como no, su rebeldía casi insultante frente a la situación policial y represiva en Berlín, y por ende frente a algunos de sus mandos. Mientras, nos enmarca con fidelidad y cercanía a una época y una ciudad que resultan los perfectos escenarios para una buena novela negra.
En esencia, me ha gustado más que la primera entrega. Su desarrollo fluye sin altibajos y además, la fusión de ambas tramas se produce con cierta naturalidad. Los personajes están muy bien perfilados, tanto los reales e históricos. Y además, como sucede en la anterior, la manera de enlazar la novela con el momento histórico y los acontecimientos de aquel año, es especialmente convincente y hace que funcione en su ambientación con mucha soltura.