Han tenido que pasar dos años y medio para que Planeta Cómic publique el tercer volumen en España de la historia que Brian Azzarello y Eduardo Risso decidieran construir, esta vez desarrollada en los años de la Ley Seca de los EEUU en tierras de Virginia Occidental. Es allí donde una familia de destiladores se enfrenta a la mafia de Joe Masseria de Nueva York, todo englobado en una guerra por controlar el contrabando y distribución del prohibido whisky. Para ello, envía a uno de sus hombres llamado Lou Pirlo. En su enfrentamiento con los de Virginia sufre un extraño ataque que le ha convertido en un extraño ser, en el que se transforma las noches de luna llena...
El volumen que nos concierne aquí muestra la huida de Lou junto a su amante Delia, a tierras de Orleans, lugar de donde ella es originaria. Allí piden ayuda a unas hechiceras de la familia con la idea de buscar una solución a tan incómoda maldición de Pirlo. Sin embargo, la aparición en el escenario de esta historia de un oscuro y misterioso hombre, conocido como Jean Baptiste, complicará en gran manera su situación, con aparición de fantasmas, almas en pena y muertos vivientes. Mientras, la persecución que siguen realizando los hombres de Joe Masseria desata, en los tenebrosos pantanos de aquella tierra, una ola de violencia que se manifestará en la provocación de una extraña y terrorífica batalla en los pantanos.
Bueno, pues seguimos enfocados por una trama que navega en las rutas del terror basado en aquellas figuras míticas del género, con la aportación, esta vez, de características propias del universo de la magia negra, tan típicas y tópicas de Nueva Orleans. Azzarello se empeña en seguir contando una historia, una trama, que apenas avanza, además de parecer deambular hacia no se sabe dónde. Con todo, las situaciones que acontecen alrededor del chulesco y engreído Lou Pirlo no dejan de ser relativamente entretenidas, aunque no dan la impresión de llevarnos a ningún lugar en concreto. Francamente, creo que a nivel de guion, esta serie está dejando bastante de desear. Otra cosa es el siempre extraordinario dibujo de Risso. Exuberante en sus líneas y expresividad, el dibujante argentino sigue demostrando que su estilo y trazo no baja de nivel. No por casualidad es uno de los grandes del mundo del cómic. La ambientación que muestra y el carácter de sus personajes, hace que esta serie funcione fantásticamente bien a nivel visual, que para mí y en particular, es la razón por la que sigo haciéndome con Moonshine. Sin embargo, tal y como dije en el Volúmen 2, no termina de acercarse argumentalmente a un estupendo Volúmen 1, dando la impresión de que Azzarello no termina de encontrar el camino para dotar de un cierto empaque a un guion más bien plano y falto de interés. Veremos el siguiente volumen, que acaba de anunciarse a la venta este mismo mes.
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