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jueves, 7 de marzo de 2024

"Colorado Jim"

En 1953 Anthony Mann dirigía este western psicológico, de nuevo protagonizado con uno de sus actores fetiche, James Stewart, con quien terminaría por compartir cinco memorables westerns, sumado a estos otros films:
En esta ocasión, Stewart interpreta a un vaquero que perdió su rancho en dramáticas circunstancias, en su particular caza de un forajido, para conseguir una recompensa con la que poder  recuperar su propiedad perdida. Durante su persecución se le unen un buscador de oro y un oficial expulsado del ejército. Todos ellos juegan con sus propios y egoístas intereses, en la caza y captura del bandolero, que huye junto a una joven y fiel seguidora.
Al inicio de esta reseña me refería a esta peli como psicológica, porque además de sucederse algunos tiroteos, persecuciones e incluso un escaramuza con una banda de Pies Negros, la estructura fundamental de su argumento de basa en la labor de erosión que realiza el bandolero perseguido y atrapado entre los tres forzados compañeros. Y esto es así porque a cada uno de ellos le mueve un deseo, una característica de su personalidad, con la que pretenden solucionar su futuro, caga quien caiga y hasta niveles insospechados. La moralidad de sus deseos y hechos será aprovechada por el forajido para crear profundas desavenencias y conflictos, mientras la presencia de la joven compañera del apresado, llama la atención del protagonista, caído en desgracia, en parte, por la pérdida de un lejano amor. La venganza, la avaricia y la lujuria forman un peligroso tándem en el largo y tortuoso camino que lleva a los cinco hacia un destino difícil de alcanzar.
Respecto a los protagonistas, James Stewart realiza un trabajo tan completo y profundo como en El Hombre de Laramie. En esta ocasión, el dilema moral y el sufrimiento en su vivencia del pasado y la cacería, hacen de su interpretación uno de sus mejores trabajos de su carrera, opino. Le acompaña un extraordinario Robert Ryan, en el papel del embaucador y cizañero forajido, en su juego sucio por enfrentar a sus captores, conformado además de por James Stewart, por un siempre fantástico secundario de relumbrón,  Milard Mitchell, y un casi desconocido Ralph Meeker. El papel de la joven compañera del forajido y quizás la conciencia de un mortificado Stewart, queda en manos de la estupenda Janet Leigh, quien junto a sus compañeros y bajo la dirección del gran Anthony Mann, presentan un gran western que les otorgó un notable éxito en aquel año de 1953. 



 

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