El escritor danés, Johannes V. Jensen, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en el año 1944. Para mí, un autor totalmente desconocido, que se me presentó, como me ha ocurrido muchas veces, al encontrarme la novela que hoy reseño, en las estanterías de una librería de libros de segunda mano. Su trama gira alrededor de Mikkel Thogersen, un curioso y goloso personaje a través del cual su autor, nos traslada al comienzo del siglo XVI en Dinamarca, época protagonizada históricamente en aquellos lares, por el rey Christian II, recordado por su conquista de Suecia y el Baño de Sangre que tuvo lugar en Estocolmo siguiendo sus órdenes, para terminar por provocar un levantamiento total contra su persona en aquel país y caer en desgracia años después.
Este fondo histórico de la Dinamarca de la época, no deja de ser un escenario geográfico en el que el protagonista, Mikkel y su vida, se muestra al lector como catalizador de una época, unas costumbres y las gentes que por aquel entonces convivían entre aquel país y Suecia. Presentado al principio de la novela como un vividor y solvente vagabundo en la vieja Copenhage, Mikkel desarrolla su adolescente estancia en la ciudad, entre un destartalado apartamento, sus escarceos por los bares y tugurios de la ciudad, y una vida carente de toda estabilidad. Tras conocer al joven príncipe Christian y a su guardia de lansquenetes, el joven se enamora de una muchacha. Es a partir de este instante, y tras comenzar una amistad un tanto casual con un caballero y soldado con el que mantendrá una serie de encuentros a lo largo de la novela, cuando comienza un viaje vital a lo largo de una Dinamarca poblada de pequeñas poblaciones, gentes que viven de la agricultura y la pesca, y los inevitables ecos de los sucesos históricos acontecidos en Estocolmo.
Jensen nos muestra por medio del personaje y de aquellos sucesos de principios del siglo XVI, una sociedad llena de tradiciones, en la que el honor, el amor, la tierra y los derechos adquiridos son los pilares un pueblo habitualmente pacífico. Para ello, el autor, por mediación de Mikkel, presenta al lector una serie de historias de amor y de amistad que se entrecruzan entre sí, provocando situaciones complejas y desestabilizadoras para sus protagonistas, mientras la vida del rey Christian se sucede como un torbellino de acontecimientos, marcados por su invasión de Suecia y la orden de ajusticiar en Estocolmo, a lo más granado de los personajes institucionales que pudieran oponerse a su presencia en el país, hasta su posterior caída en desgracias. Este escenario, sirve de excusa al autor para mostrarnos una manera de novelar muy parecida a la realizada por el gran Mika Waltari, reconocido autor finlandés, algo más joven que él, que marcó el estilo de la novela histórica de mediados del siglo XX, gracias a novelas tan universales como Sinuhé, El egipcio, por ejemplo. Sus estilos tienen un cierto paralelismo, cuajados de Historia y de las experiencias más mundanas de aquellos viajeros y protagonistas que surcan sus novelas presentando al lector esa golosa intrahistoria que resulta incluso mucho más interesante que el escenario en el que se desarrolla la trama.
Jensen entremezcla en su narrativa fábulas tradicionales, hermosas descripciones y diálogos profundos y locuaces, con absoluto dominio del terreno que pisa. Incluso, por momentos, su texto se adorna de cierta poética en su redacción, mostrando una literatura que no tiene prisa en avanzar, sino más bien, que pretende que nos paremos un momento en lo que con tanto énfasis cuenta. Bien es cierto que esta manera de contar, lastra en algunos momentos el desarrollo lineal de la novela, pero esto sucede solo si el lector aspira a pasar de puntillas por la novela. A Jensen, por lo que he aprendido con la lectura de La caída del rey, hay que leerlo con pausa, con tiento, con concentración. De esta manera uno no se perderá sus metáforas, sus requiebros narrativos, su bella manera de contar las pequeñas y grandes historias que se suceden en una bella novela que acontece en un bellísimo país, al que he viajado en el tiempo gracias a su autor y, como no, al propio protagonista, Mikkel Thogersen. Una novela para los que les gusta y adoran como yo, al gran Mika Waltari.
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