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jueves, 5 de agosto de 2021

"Horizontes lejanos"

Segunda colaboración del director Anthony Mann y el actor James Stewart, tras rodar dos años antes, en 1950, Winchester 73. Tres westerns más completarán más adelante las grandes películas del género que unieron a ambos personajes durante el primer quinquenio de los años cincuenta, además de otras importantes películas. En este caso, el film recrea uno de los argumentos más celebrados del western. Me refiero a las aventuras y desventuras de las caravanas de nuevos colonos que viajan en busca de tierras para establecerse en el oeste del subcontinente norteamericano, del estilo de películas tan importantes como Caravana de mujeres de John Ford o Camino de Oregón de Andrew V. McLaglen.
Stewart interpreta a un vaquero que guía una caravana de familias en dirección hacia Oregón. De nombre Gyn McLyntock, su cabalgar con la caravana de emigrantes discurre en un intento por dejar atrás su pasado de pistolero en la frontera de Misuri y Kansas. En el camino salva de de morir ahorcado a otro hombre de dudoso pasado que se une a la caravana en busca, aparentemente, de una nueva vida. Tras un encuentro con guerreros shoshones, llegan a Portland donde alquilarán un barco para dirigirse más allá de las montañas donde pretenden establecerse, habiendo cerrado la compra de provisiones para el invierno con un empresario de la ciudad. Los meses transcurren, y las provisiones no llegan, por lo que McLyntock regresa a Portland donde se enfrentará a una ciudad transformada tras el descubrimiento de oro en la zona.
Anthony Mann ahonda en la interpretación de James Stewart y Arthur Kennedy, quien encarna al hombre salvado de morir ahorcado, en el juego de la posibilidad de las segundas oportunidades en la vida de quienes como ellos, han vivido épocas de tiroteos y guerras entre bandas en las complejas fronteras de Misuri y Kansas, territorios francamente peligrosos donde el hombre más rápido con el revolver, lograba sobrevivir al margen de la ley. Como repite en varias ocasiones el líder de la caravana, una manzana podrida, pudre el entorno del que se rodea y difícilmente puede cambiar su pasado. Son muchas las miradas de desesperanza que le lanza el protagonista al oír repetidamente esa frase. Porque su intención es cambiar y convertirse en un hombre nuevo, dispuesto a trabajar la tierra y establecerse lejos de su sangriento pasado. Sin embargo, tal como nos muestra el director de la película, la ambición, la vida fácil del revolver más rápido y el afán por imponer las decisiones y sus ideas, complican las intenciones del protagonista. 
Mann siempre ahonda en los sufrimientos y la regeneración en el carácter de sus protagonistas y en esta ocasión vuelve a acertar, con un magnífico James Stewart, secundado por la eficiencia del gran secundario Arthur Kennedy, en unos roles similares, paralelos, pero que no coinciden en su planteamiento de lo que desean para su nuevo futuro en Oregón. Acompañan a sendos actores una bellísima Julie Adams, en el papel de la hija del líder de la caravana, interpretado por Jay C. Flippen, y un actor como Rock Hudson que despuntaba en aquellos años, y que actúa en un papel secundario y sin mucho sentido en la película, pero que le da cierta visibilidad en pantalla. En definitiva, una entretenida película en la que se alternan los dimes y diretes de los colonos de la caravana por su supervivencia y los dilemas del protagonista, enfrentados a su reflejo de un pasado a dejar atrás en el personaje de Arthur Kennedy. Por cierto, magníficas las complejas escenas de la caravana transitando por las montañas e evocadoras las del barco del vapor surcando el río.












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