Cuarta entrega de la saga que cuenta las investigaciones y aventuras del detective Bernie Gunther. En esta ocasión, la trama nos sitúa en 1949. Gunther decide regresar a Múnich y dejar muy atrás sus malas experiencias de Berlín y crear un gran espacio entre él y los servicios de seguridad soviéticos. Su interés pasa por abrir un despacho mediante el cual volver a hacerse un espacio en el mundo de la investigación privada y comenzar a ganar clientes en un intento de nuevo comienzo. Múnich se encuentra llena de escombros. Sus primeros casos le llevan a seguir los pasos de antiguos miembros de las SS que se encuentran desaparecidos o están en la cárcel. Para su desgracia, su trabajo no le aleja de un pasado aún demasiado cercano en el tiempo y de aquellos a quienes siempre ha odiado.
Un día, una mujer, guapa como no podía ser de otra manera, le encarga investigar si su marido a muerto, para poder casarse de nuevo. Al ser católica, la muerte de quien fuera un asesino de las SS de los campos de concentración nazis, significaría darle vía libre para comenzar una nueva vida. Para ello, Gunther tendrá que acercarse peligrosamente a aquellas asociaciones secretas que se dedicaron, durante aquellos años, a sacar del país a nazis huidos, prominentes o no, lo que le hará adentrarse en un universo especialmente peligroso, donde antiguos miembros del partido, los servicios secretos estadounidenses y los escuadrones judíos a la caza de miembros de las SS, se cruzarán en su camino, provocándole, como suele ser habitual, más de un disgusto.
De nuevo, Kerr nos traslada a aquellos años, sean anteriores o posteriores a la II Guerra Mundial, donde la larga sombra del nazismo sirve de escenario para sus casos, muchas veces, especialmente comprometidos. Mujeres fatales, embusteros y embaucadores, algunos pocos y leales amigos, personajes con un pasado que los hace especialmente peligrosos, hombres de alto nivel acompañados de brutos y matones, son parte del parque zoológico de personalidades en que se han convertido unas semi destruidas y derrotadas Alemania y Austria. Con su inseparable ironía que nunca le deja libre de tener malos encuentros y más de un encontronazo, su vida pende del hilo de su capacidad de supervivencia, en un, a veces contradictorio sentir por una Alemania querida y su odio insuperable por quienes desde el nazismo han llevado a la ruina al país. Este caso, le llevará hasta los profundos entresijos de aquellas organizaciones aliadas que, de una u otra manera, se aprovecharán de quienes, como líderes o asesinos, convirtieron los campos de concentración en terribles lugares de experimentación y exterminio. Seguiremos hablando de Gunther, a quien siempre recurro de la mano de Philip Kerr, para disfrutar de un buen modelo del género noir. Nunca falla.
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