Hace casi dos años, en plena vorágine pandémica por la COVID de marras, descubrimos en casa las tres primeras temporadas de las serie The Marveolus Mrs. Maisel y ya en su momento reconocí que nos ofreció momentos de gran entretenimiento en aquellas fechas de tanto confinamiento y preocupación. Aquella propuesta inteligente, especialmente entretenida y absolutamente brillante, acaba de tener su continuación con el reciente estreno de su cuarta temporada, demostrando su calidad, a la par de su buena salud, en vistas a seguir ofreciendo, más adelante, nuevas y esperadas temporadas.
La temporada actual nos presenta a la protagonista en plena recuperación de su decepción al quedarse fuera de un tour por Europa con una de las grandes estrellas de la canción de aquellos años sesenta. Su decisión pasa por no volver a trabajar como telonera de nadie, para lo cual no queda otra que buscar un trabajo, por pequeño que sea, para seguir creciendo en lo personal y como cómica, con plena libertad de actuación. Aunque esto la lleve a trabajar en algún antro con cierto tufillo a clandestinidad. Mientras, su representante crece en el negocio gracias a la ayuda interesada de un par de matones, acogiendo en su seno a algún que otro artista sin mucha estrella. Por lo demás, el exmarido de Miriam sigue gestionando un local en el barrio chino, mientras consolida su relación con la hija de los dueños, lo que le planteará ligeras dificultades de comunicación con sus padres. Los padres de Miriam continúan con su vida ajetreada, en la que Abe trabaja en un pequeño periódico de la ciudad y Rose comienza una nueva andadura como exitosa casamentera, lo que le llevará a una situación desternillante en la que se enfrenta a un grupo de veteranas casamenteras de la ciudad.
Esta temporada comenzó con un par de capítulos quizás algo titubeantes, en los que había que resituar a los protagonistas. Sin embargo, a partir de ese momento la serie no para de crecer hasta su último capítulo, en un disfrute continuo de su brillante guion y una gran labor de producción, ambientación y realización. Los gags y las situaciones tan chocantes como hilarantes fluyen a la perfección con un guion meditado, inteligente y siempre acertado. Algunas de las mejores escenas presentan a las familias del matrimonio separado, los padres de Miriam y Joel, en algunas conversaciones a seis, llenas de sintonía, agilidad y puro divertimento. También resulta acertadísimo el proceso de asimilación y crecimiento de Miriam, en su trabajo, en un teatro de cabaret clandestino, en el que su presencia insufla nuevos aires y un plus en la audiencia, mediante la que demuestra su buen hacer e influencia. No olvidemos, por otro lado, la figura del humorista Lenny Bruce, uno de mis personajes favoritos. Su aparición esporádica a lo largo de la temporada siempre deja ese poso de nihilismo, de acidez y de realidad, en la vida y obra de Mrs. Maisel y su postura frente su profesión y, porqué no decirlo, frente al amor. De nuevo he quedado fascinado por esta serie en una entrega que no desmerece en nada a las anteriores y sigue presentando una de las producciones más inteligentes y divertidas del panorama de las series de comedia actual. Bravo!
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