Quien más y quien menos, todo aquel que haya visitado Venecia alguna vez en su vida, ha llegado a la conclusión del severo problema que sufre con el masivo e incómodo aumento del turismo. Y si bien es cierto que esta milenaria y bellísima ciudad vive en la actualidad gracias a este evento globalizador y asfixiante, no es menos cierto que todos los que hemos estado allí hemos deseado no tener que sufrir la presencia de quienes como nosotros acuden a la capital del Véneto en calidad de turistas. Vaya contradicción, ¿no os parece? Pues bien, la última película de Alex de la Iglesia va de esto, entre otras cosas. Un grupo de maleducados y ruidosos jóvenes españoles viajan a Venecia para celebrar la despedida de soltera de una de sus integrantes. Al poco de llegar, empezarán a notar que quizás no sean del todo bienvenidos, más aún, cuando se les cruza en su camino un bufón mal encarado.
La situación se presenta en plenos carnavales venecianos, mientras se prepara una cumbre franco italiana en la ciudad, que sirve de excusa para que un buen número de venecianos de pura cepa, protesten por la masiva llegada de turistas embarcados en los horribles y monstruosos navíos transmediterráneos. Esta situación acapara los medios de prensa y televisión, mientras nuestro grupo de protagonistas se prepara para salir de fiesta por Venecia. Es a partir de este momento cuando una serie de sucesos y desapariciones irán aconteciendo a lo largo de su estancia en la ciudad. Para ello, Alex de la Iglesia utiliza la excusa del carnaval, para presentar ante los ruidosos visitantes una serie de situaciones terroríficas en las que las enmarañadas calles de Venecia sirven de envidiable telón de fondo. Por supuesto, lo que aparentemente parece producirse a su alrededor no termina de mostrarse muy de acuerdo con la realidad, visto por las terceras personas a las que acuden pidiendo ayuda. Pero eso ya es algo que tendréis que comprobar vosotros viendo la película.
En general, la trama me ha resultado entretenida. El misterio que rodea a estos maleducados visitantes está bien enfocado desde la casi siempre privilegiada mente del director. Los elementos utilizados para esta película de terror, con sus pequeñas propuestas de gore y la velocidad que imprime en la consecución del metraje, hace de ella un producto entretenido. Alex de la Iglesia, a nivel técnico y de producción, perfila muy bien sus películas. Quizás en este caso, y a diferencia de otras de sus producciones, creo que se ha equivocado totalmente con los actores y actrices que encarnan al grupo de turistas. Solo salvo a Ingrid García Johnson, y por poco. Los demás jóvenes resultan totalmente vacíos en cuanto a su capacidad de interpretación. Otra cosa son los veteranos Cosimo Fusco, Armando de Razza y Enrico Lo Verso, actores italianos que no necesitan presentación y que cumplen con su trabajo con creces. Por lo demás, la trama funciona bien y los escenarios elegidos son tan convincentes en su función de situar y envolver una película de terror y misterio.
Lástima que la película se desmorone en los cinco minutos finales, donde se pretende solventar su trama, en su búsqueda de sorprender al espectador que, francamente, me dejó muy muy frío. La película funciona bien como vehículo de crítica al turismo masivo, al universo de las redes sociales y la dependencia a los móviles y la inmediatez de todo, además de lograr su fin de encauzar una coherente película de miedo y misterio. Pero ese flojo final termina por derrumbar una producción muy cuidada, en la línea de las producciones de Alex de la Iglesia, y que además naufraga en la elección de sus más jóvenes protagonistas. Lástima.
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