El Museo Chiaramonti, ubicado en la galería que conecta el Palacete de Belvedere con el resto de los Palacios Vaticanos, toma su nombre del papa Pío VII (1800-1823) y marca un momento importante en la historia de las colecciones vaticanas. En 1815, la acción diplomática de Antonio Canova, permitió la recuperación de casi la totalidad de las esculturas incautadas en los años de Napoleón Bonaparte. Además, se acometió una extensa campaña de adquisiciones, realizadas entre los anticuarios romanos y los excavadores activos del Estado Pontificio. En base a ambas empresas se creó el nuevo museo. Constituido por casi mil piezas de escultura antigua, el Museo Chiaramonti presenta una de las colecciones más notables de retratos romanos, y destaca también por la cantidad de ejemplos de esculturas ideales y funerarias que posee.
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