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jueves, 5 de junio de 2025

"Los pecadores"


Después de levantar y mantener dos franquicias de éxito, como han sido las generadas alrededor del pugilismo de Creed y el universo Marvel de Black Panther, por fin el director Ryan Coogler ha volado en libertad para mostrar al público en su última película los verdaderos cimientos y la creativa mente que lo ha situado en un lugar privilegiado en el cine actual. Y lo digo porque da la impresión que con Los pecadores parece que el director se ha quitado una armadura que lo atenazaba y que no dejaba que volara con verdadera libertad creativa. Pues bien, por fin se ha desenmascarado y ha realizado un film valiente, personal, la mar de entretenido y bien filmado, lleno de ideas propias muy bien propuestas y aliñado de no pocos homenajes o deudas con géneros, directores y películas que seguro, le han aportado su pasión por el cine.
El film nos traslada a principios de los años treinta en en estado de Mississippi. Dos hermanos gemelos regresan de Chicago, en donde habían trabajado para la mafia de Al Capone. Su intención es abrir en un almacén de una granja un club de blues. Para ello cuentan con las amistades del pueblo, entre las que se encuentran la exmujer de uno de ellos, un grandullón que trabaja en los campos de algodón, un matrimonio dueño de un ultramarino, un viejo pianista y su primo, un prometedor guitarrista de blues. Todos ellos viven en un estado donde la segregación y la larga sombra del Ku Klus Kan mantiene a la población negra arrinconada en una sociedad dominada todavía por los blancos. Sin embargo, el son de la música, un factor clave en la película, pude servir de escape y generar el dinero suficiente para que ambos hermanos vuelvan a echar raíces y prosperar en la tierra que les vio nacer. Eso, si un grupo de vampiros no lo evita. Todo sucederá en la noche del estreno del local de blues, en el que será el escenario de un maravilloso duelo musical y el campo de batalla de una guerra sangrienta por sobrevivir.
Pues bien, toda esta trama se presenta al espectador con un ritmo pausado en su primera parte, en la que el director presenta con calma a los protagonistas y sus circunstancias. El tráfico de alcohol, los campos algodoneros, el universo del blues y el mito de la venta del alma del guitarrista de blues al diablo, la magia vudú, la presencia del Ku Klus Klan, la segregación racial bidireccional y un largo etcétera de imágenes y datos, que enmarcan a las mil maravillas el entorno en el que van a suceder los acontecimientos. Para ello Coogler apuesta lo máximo por su cinematografía visual, gracias a una imagen maravillosa y unos planos técnicamente muy bien presentados, dando la impresión de encontrarnos absolutamente dentro de la película. Desde luego es una peli que habría que verla en pantalla grande y en un cine de calidad.
Ya en su segunda parte, cuando el atardecer llega a la granja donde se celebrará la inauguración del club, la música, el baile, el blues, lo erótico y el alcohol, campan con amplitud en un entorno desinhibido y de alegría, acompasado con las notas y la voz del sobrino de los protagonistas. Es aquí cuando las reminiscencias de Abierto hasta el amanecer de Robert Rodríguez o Vampiros de John Carpenter comienzan a tomar forma de la mano de un grupo demonios liderados por un hombre blanco que casualmente también canta, pero en este caso sones del género folk irlandés, en una clara contraposición al blues de los negros de la fiesta. La lucha a partir de aquí, solo tiene tintes de supervivencia y de pura sangría entre unos y otros, en un despiporre de tiros, estacas y transformaciones vampíricas. 
Porque lo que está claro es que se agradece una barbaridad poder disfrutar de una película que podría enmarcarse como de serie B en la que se ha apostado por calidad, buen hacer, guion, buenas interpretaciones y un conjunto de tramas y recursos que ofrecen ideas creativas la mar de interesantes que se disfrutan una barbaridad dentro de la sala de cine, y como decía antes con un trabajazo detrás de las cámaras por parte de su director. Súmale la participación de un interesante Michel B. Jordan por duplicado, una bellísima Hallie Steifield, ya recordaréis a la muchachita que acompañó a Jeff Bridges en la versión de los Coen de Valor de ley, la siempre poderosa Wunmi Mosaku, el veterano Delroy Lindo, un jovenzuelo Miles Caton en su primera película y gran villano personificado por el siempre interesante Jack O´Connell, en un casting muy muy acertado.  Yo me lo he pasado genial y si encima como escena sorpresa, casi post créditos, sale una colaboración increíble del gran Buddy Guy, pues mejor que mejor.



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