La trama de esta película, solventemente dirigida por Aitor Arregui y Jon Garaño, a la que se suma la interpretación de Eduard Fernández, uno de los grandes actores de nuestro país en los últimos veinte años, han copado mi curiosidad desde el mismo día que vi su tráiler. Especialmente, me refiero, a mi interés por el perfil humano y las circunstancias personales que rodean a su protagonista, asunto que me desconcertó en su momento, cuando la noticia salió en todos los medios de comunicación, y que me sigue asaltando tras ver la interesante propuesta planteada por los directores de este film.
Como ya sabéis, su argumento gira alrededor de Enric Marco, un histórico sindicalista español, miembro y presidente de una asociación española de antiguos prisioneros de campos nazis, al que se le descubrió que todo lo que había contado en relación a su paso por el campo de concentración de Flossenburg, era absolutamente falso. La noticia copó medios de comunicación y portadas, debido en parte a que, precisamente en el momento del descubrimiento de aquellas falsedades, el gobierno de Zapatero había reconocido a los prisioneros españoles que habían ocupado aquellos campos de exterminio en Alemania y la asociación en cuestión iba a presidir un importante acto conmemorativo, a celebrarse en el campo de Mathaussen.
Ya algunos autores habían escrito sobre el personaje en cuestión, como es el caso del libro El impostor de Javier Cercas, escritor que aparece en algunos momentos de metraje real incluido en la película, una vez descubierta la mentira de Marco. Pero bueno, esto sucede hacia el final del film. Lo realmente interesante es la presentación que realiza del desarrollo del protagonista a lo largo de su presencia y ascensión en ese discurso inventado que convenció a propios y extraños sobre su paso por los campos nazis. Según nos muestran los directores, este juego realizado en la creación del personaje y su biografía inventada, se aleja en el tiempo hasta los años sesenta, durante la lucha sindical y universitaria contra el gobierno de Franco. Ya en aquel momento parece que la capacidad de inventiva y el don de gentes de Marco le lleva a convertirse en foco de atención de los círculos en los que se mueve.
Sus historias sobre Flossenburg y su interés en confirmar su paso por el campo de prisioneros, nos dan las primeras pistas y pautas de la esencia y recorrido vital paralelo a la creación propia, cada vez más engalanada, durante su ascenso mediático dentro de la asociación que preside. Paralelamente a esto, los directores del film, buscan con cierto acierto, mostrar al espectador la vida personal de Marcos y el acompañamiento que le hace su mujer en este viaje. Un acompañamiento de sospecha, parece ser, pero no de controversia o de revelación, dada la relación de amor y respeto que parece que le debía a su pareja de vida. Por lo demás, resulta clarividente el trayecto vital que realiza este hombre, hecho a sí mismo a base de ensoñaciones y mentiras, y el desarrollo de su relación con el entorno de la asociación, donde algunos personajes van descubriendo, a cuenta gotas, la verdad que le rodea. En este caso es vital la presencia de un joven historiador apellidado Bermejo, creo recordar, quien escarbando en el pasado de Marco, va desentrañando la realidad de la mentira.
Ya pasados dos tercios del film y sacada a la luz la cruda verdad de la mentira de Marco, la película continua su narrativa marcada por cierto continuismo en el discurso del protagonista, quien se niega a perder ese protagonismo ocupado años antes, en una compleja disertación sobre la personalidad de un personaje cínico y temeroso de perder notoriedad. Quizás esta parte del film alargue el metraje un tanto, pero también aporta esa necesaria visión y controversia de su protagonista, que le acompañó hasta el final de sus días. Todo lo cual cierra una película clarividente y reveladora sobre la vida e intereses de Marco, magníficamente interpretada por un gran, gran Eduard Fernández, quien logra gestualizar y verbalizar con notable acierto la viva imagen del protagonista y, además, con especial naturalidad. Es más, el actor se encuentra en todo el metraje, muy por encima de la película, una producción correcta, bien conjugada en su propuesta estructural de flashbacks. En ella se muestra la complejidad de la esencia humana en cuanto a la búsqueda de notoriedad y protagonismo a cuenta de lo que haga falta, algo que sigue ofuscándome profundamente, en el complejo entendimiento de la naturaleza humana, muchas veces difícil de comprender en sus actos y hechos consumados.
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