Tras el anterior tomo de la serie, el número 8, presentado como una etapa de tránsito y que incluía la reaparición de Saya tras sus problemas con el clan familiar yakuza, viejas deudas se presentan de nuevo ante la vista de Marcus y sus supervivientes amigos. Por un lado parece que la relación con María se resquebraja ante la atenta mirada de Stefano, preparado para aprovechar su momento para acercarse a la novia de Marcus. Mientras afronta su nueva posición en Kings Dominion y se devana el cerebro en cuanto a como afrontar su situación y su destino más cercano, se va alejando de sus compañeros de clase y va acercándose a Jayla, la hermana de su fallecido y buen amigo Willie, quien espera calmar su sed de venganza a cuenta de Viktor.
MIentras, una línea paralela emerge de la mano de Helmut en un afán invencible por asesinar a los que mataron a Petra, su gran amor, y de paso, calmar su sed de venganza contra Marcus, testigo impasible de la muerte de ésta. Para ello, viajará a los dominios de la familia de Petra para investigar sobre la secta que gobierna sus destinos. Aunque si bien el encuentro con ellos es más bien sorprendente y sangriento, también este mismo clan de adoradores del mal busca, de la misma manera, vengar la muerte de la hija de su jefe. Esta búsqueda les llevará a enfrentarse con los alumnos del Kings Dominion en una encarnizada y violenta batalla en los bosques nevados que rodean la casa de Stefano, lugar donde se encuentran los alumnos celebrando una fiesta. Es en este lugar, donde se cruzarán ambas tramas hasta provocar las situaciones protagonizadas por algunas significativas piezas de este cómic. Los aliados pueden convertirse en el más despiadado enemigo, con tal de cumplir una promesa por vengar a un ser querido.
No deja de pasarme con este cómic que, cuando tengo que comenzar a leer un tomo recién publicado, me entra una tremenda pereza, más bien provocada por el tiempo que pasa entre publicación y publicación, lo que hace que tenga que desempolvar el anterior número para ponerme al día de las tramas y los personajes de la misma. Sin embargo, es ponerme a leer y no poder abandonar sus páginas hasta que termino el tomo correspondiente. Es lo que tiene este guion de Rick Remender, acompañado por el agilísimo, dinámico y acertadísimo dibujo de Wes Craig. Los dimes y diretes de sus protagonistas, sus quebraderos de cabeza, venganzas, desavenencias y traiciones, aún siendo en ocasiones casi gratuitos, explotan a la perfección una historia y unas tramas que si bien ya no sé hacia dónde se dirigen, completan perfectamente las pretensiones del lector de cómics que busca entretenimiento puro y duro, acción y violencia. Y, por ahora, tras el tranquilo tomo anterior, otra vez, en este número, Remender ha conseguido clavarme al asiento en la lectura de Clase Letal. Veremos hasta cuando, pero por ahora me quedo y seguiré con la serie.
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