Con este número, la revista Desperta Ferro, en su sección de Hª Contemporánea, cierra la publicación de los dos números que ha dedicado a la caída de Berlín de 1945. Mientras que en el número anterior adelantábamos los movimientos de tenaza y la presión ejercida por los ejércitos soviéticos sobre la capital alemana, en éste que hoy reseño, se detallan los últimos días de resistencia de la ciudad y la lucha en sus calles, hasta el mismo momento en el que la bandera soviética ondeó en el Reichstag.
El primer artículo de este número y uno de los más golosos, nos adentra en la utopía de Hitler en su afán de redefinir arquitectónicamente y urbanísticamente Berlín. Su visión por convertirla en la capital de su futuro imperio fue plasmada en planos, maquetas y en el ideario de un proyecto de renovación que solo se vio realizado en parte, a cuenta de la organización de los JJOO de 1936. De aquí salto al tercer artículo del número para señalar el jugoso y controvertido tema de la posición de Himmler ante el final de la guerra y su previsible derrota ante los aliados. Hubo un buen número de intentos de acercamiento a norteamericanos y británicos en un afán por lograr una tregua pactada, en pro de salvar los pocos elementos que quedaban del ejército nazi y la posibilidad de construir un frente común frente a los soviéticos. Obviamente los aliados ya habían decidido derrotar sin remedio a Alemania y semejantes propuestas no solo fueron desestimadas, sino que además los movimientos de Himmler fueron descubiertos finalmente por Hitler. Vuelvo al segundo artículo, para mostrar al lector la situación previa del campo de batalla urbano y la disposición de las tropas en su defensa, además de la compleja estrategia del ataque de los dos frentes soviéticos que pugnarán en la carrera por rendir la ciudad.
Tres artículos tres desarrollan con gran detalle, buenos planos y mapas, con buen número de indicaciones y una pormenorizada descripción de los últimos días de abril y primeros de mayo de la batalla de Berlín. Las tropas de infantería y mecanizadas soviéticas, acompañadas de terribles bombardeos de artillería fueron ahogando y estrechando la resistencia alemana desde el extra radio de la ciudad hasta el mismo centro neurálgico de la misma. El avance, si bien era constante y persistente, se encontró con elementos urbanos que si bien habían contrarrestado en la conquista de otras capitales, en Berlín se convirtieron en un auténtico quebradero de cabeza para los invasores. Las casas derruidas en los bombardeos aliados hicieron de sus calles y avenidas auténticos barrios desconocidos, donde las barricadas y las medianiles de los edificios eran constantemente explotados y agujereados para permitir el avance soviético, casa por casa, calle por calle. Las defensas alemanas fueron desapareciendo mientras sus líderes eligieron sus destino, ya sea intentando huir, suicidándose o rindiéndose al enemigo.
Un último y no menos importante artículo, es el dedicado a los días tras la batalla. La situación para la población civil fue muy precaria, más allá de los abusos y las violaciones cometidas por los soviéticos en su victoria. Con todo, poco a poco y tras muchas dificultades, el aprovisionamiento de alimento, electricidad, comunicaciones y agua, fueron llegando con cuenta gotas a una ciudad en la que los soviéticos estaban ya por organizar a su imagen y semejanza, reconstruyendo un Berlín que traería cola durante más de cuarenta años más en nuestra historia del siglo XX. Por cierto, no quiero dejar pasar la ocasión de recomendar una novela enclavada en aquellos días de 1945 y relatada desde el punto de vista de los soldados del ejército alemán, Panzerfaust. El sitio de Berlín de Ignacio García Zurita
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si comentas, aceptas la política de privacidad. Únicamente utilizaré tu correo para los comentarios. No lo almacenaré ni lo usaré para nada más.