1945. La avalancha imparable de los ejércitos soviéticos llega al Óder y con Berlín a la vista la gran ofensiva final no tardará en llegar. En sendos número consecutivos, el que hoy reseño y el que saldrá publicado en mayo, la sección de Desperta Ferro dedicada a la Historia Contemporánea, busca acercar al lector las fases y movimientos que rindieron Berlín en abril de 1945. El número de hoy muestra la preparación soviética del ataque final, la formación y posiciones de las exiguas defensas alemanas, los combates al este y sur de la ciudad, hasta la llegada de los blindados y la infantería soviética al extrarradio de la capital nazi.
Los dos primeros artículos muestran al lector la situación en la que se encontraba Alemania ante la ofensiva aliada, tanto en el este como en el oeste. Británicos y norteamericanos salían vencedores del blocao de las Ardenas, mientras en Bielorrusia y Prusia Oriental, los ejércitos soviéticos barrían a los alemanes. Stalin deseaba llegar primero a Berlín y aunque ralentizó durante unos días el posible paso del Óder, no iba a permitir a sus aliados llegar a la capital antes que sus divisiones. Mientras, Alemania intentaba reconstruir sus ejércitos para la defensa de Berlín a pesar de los esfuerzos de Hitler por promover una serie de contraataques que lo único que hicieron fue debilitar más aún el músculo militar que le quedaba al III Reich. En un tercer artículo se da cuenta de la conocida estrategia de Stalin por provocar una carrera entre sus dos principales mariscales, Zhúkov y Kónev. Si bien el primero tenía cierta prioridad, Stalin dio pie a Kónev para que si su avance desde el sur hacia el oeste avanzaba sin trabas, pudiera girar al norte para atacar Berlín desde el sur. La carrera por la ciudad ya había comenzado.
Dos artículos más siguen la senda del que acabo de comentar, incidiendo en ambos frentes. Por un lado, el ataque desde el este comandado por Khúzov, a través de los Altos de Seelow y, por otro, en el sur, el rapidísimo desplazamiento de los ejércitos de Kónev, mediante el que se forma la gran bolsa o kessel de Halbe. En ambos casos la resistencia pertinaz de los alemanes fue inútil, aunque bien es verdad que retrasa un tanto la trituradora maquinaria de guerra soviética. Le doy especial atención a los intentos de ruptura y la marcha hacia el oeste de los alemanes embolsados en Halbe. Toda resistencia carecía de sentido más allá de las órdenes sin sentido de Hitler. Tres artículos completan este interesante número, en los que se trata particularmente la situación de los civiles en la capital, la evolución armamentística y táctica del ejército soviético en 1945 y, como colofón y adelanto al número siguiente en el que se cerrará este episodio final de la guerra en Europa, el dedicado a los soldados suecos que sirvieron en las Waffen-SS en la defensa de Berlín. Solo queda esperar a mayo para completar uno de los momentos claves y definitivos de la 2ª Guerra Mundial.
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