Martin Amis es miembro de la llamada Generación Granta, de la que también forma parte uno de mis escritores favoritos, Ian McEwan. Esto unido a la recomendación de la hasta hace un año mi librera de cabecera, hizo que este libro aterrizara en mi biblioteca, pendiente de que le llegara el momento de su lectura. Ese momento llegó por fin y la verdad es que no me ha defraudado. A pesar de que su narrativa exige atención y ganas de experimentar con una literatura engalanada de expresiones algo barrocas, idas y venidas en las tramas, y un mucho de sentidas y profundas manifestaciones en las que el autor ahonda en los sentimientos y pensamientos de su protagonistas, su lectura ha valido mucho la pena.
De la mano de un exsoldado soviético, veterano de la 2ª Guerra Mundial, Amis nos traslada a los años cincuenta, a un campo de trabajo soviético. Allí, presos políticos e ideológicos, se mezclan con delincuentes comunes y otros presos, denominados por el protagonista, según el nombre de algunos animales y dependiendo su estatus en el campo. Coincide con su hermano pequeño, un pacifista y poeta al que protege, a pesar de saber que se ha casado con la que fue su amada unos años antes. Un día, la reunión de Lev, el hermano pequeño, con su esposa Zoya, en la casa donde se reúnen los matrimonios en las visitas al campo, marca el futuro de Lev y su relación con su hermano y Zoya. El narrador, desde un futuro, ya en el año 2004, recordará los años transcurridos en la Unión Soviética desde su estancia en aquel campo de trabajo y a lo largo de los años, mediante la narración de su relación con ambos personajes.
Martin Amis realiza un viaje en retrospectiva, en base a la relación de ambos hermanos con la amada en común, en el entorno de la evolución histórica, política y social de la Unión Soviética y la posteriormente rebautizada Rusia, a lo largo de los años, desde los años cincuenta hasta el año 2004. Realiza una visión amarga y crítica y, sin embargo, su protagonista es un superviviente que ha medrado en una sociedad que ha evolucionado desde el marco del estado soviético bajo el puño de Stalin hasta la llegada del Putin, el nuevo zar ruso. En su páginas y paralelamente a las narraciones sobre la relación de este complejo y sufriente trío de perdedores y tristes enamorados, enmarca la compleja y durísima vida en los campos de trabajo y en las minas que existían en lejanos, desérticos y heladores páramos de aquel extenso país. El protagonista es un duro y rebelde veterano de guerra y mientras su hermano, es un pacífico y sufriente poeta. Ambos comparten un deseado amor por la misma mujer y difieren en extremo en sus personalidades y medios de expresión, pero sus vidas caminan paralelas, agarradas a sus hilos fraternales. Conforme pasan los años, el autor nos muestra una Unión Soviética que cambia, muda, evoluciona, y que sin embargo no ve modificada su alma, su manera de ser tan soviética, tan rusa, tan de estado dominante y árbitro de las vidas de sus ciudadanos. La guerra de Afganistán, los atentados chechenos y otros factores más cercanos a nuestra actualidad, también tienen cabida en esta dolida y cabrona descripción de un país, de una manera de ser.
Martin Amis es un escritor de carácter y estilo propio. Su literatura recuerda a Conrad en su profundización en el ser humano y sus sentimientos más recónditos y pasionales. Sus historias y tramas se entrecruzan en un ir y venir a lo largo de los años, entremezclando recuerdos y hechos que, en su transcurrir, buscan alcanzar la razón de ser y el porqué de la chispa que llevó a sus protagonistas a ser como fueron en sus vidas y en sus relaciones con el mundo que vivieron. No diré que su narrativa resulte fácil. Pero tampoco negaré que el esfuerzo y la dedicación prestada en su lectura, me atrapó totalmente. La fuerza de sus palabras, de sus descripciones, a veces contadas casi en clave secreta. me resultaron adictivas, como si no pudiera dejar de leer en mi afán de desentrañar junto al protagonista, el devenir de la vida de quienes fueron su familia, su universo, a lo largo de los años, mientras paralelamente su país cambiaba, transmutaba hacia lo que es ahora. En su fondo y a lo largo del libro, la muerte sobrevuela a los personajes como un vigilante inmutable e inevitable y, no se puede negar el sentimiento trágico del que no se deshace en ningún momento de la novela. Realmente ha resultado una experiencia demoledora y adictiva. Definitivamente añadiré a Martin Amis a mi listado de escritores a los que volver de vez en cuando.
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