Creo indispensable que las editoriales, además de publicar las novedades con las que buscan ofrecer al mercado actual lo más novedoso de sus escritores, apoyen la publicación de obras que se encuentran descatalogadas o de escritores que no han sido publicados antes en nuestro país. No cabe duda de que en muchas ocasiones este mercado está cubierto por las librerías de viejo y segunda mano, pero creo que es interesante la propuesta de estos productos como un objeto novedoso o actualizado dentro de la línea editorial de quienes sustentan la producción y divulgación de la literatura en nuestro país.
En este caso me refiero a una novela recientemente recuperada del olvido por ediciones Siruela. Su autor, William Melvin Kelley fue un escritor que reconocido en los EEUU durante los años sesenta y setenta. Si bien su especialidad son los cuentos, la obra que hoy reseño es su primera novela, escrita en 1962. Son años duros en Norteamérica. La lucha contra el racismo quiebra la paz social del país, con la pujante y esperanzadora intención de superar la separación racial y los prejuicios que en el país se tiene contra la población negra, cuyos componentes luchan por la igualdad contra viento y marea. Es este momento en el que Kelley construye un cuento largo, una novela en la que sus protagonistas viven en un Estado sureño sin nombre, pero en una localización temporal real, como es el año 1957.
Una tarde, el acto incomprensible para algunos, realizado en su granja por un veterano hombre de color y su posterior partida con su familia, dejando sus tierras, su pueblo y el Estado que le vio nacer, provoca el éxodo de toda la población negra de aquel territorio del sur, en donde las tradiciones sudistas y la relación con la población blanca y sus conciudadanos no ha variado mucho a lo largo de los años. La reacción de los que se quedan está llena de preguntas ante la duda de qué pudo provocar semejante desbandada, hurtando al Estado, sus campos y empresas de gran parte de su mano de obra y ciudadanos. Este es el punto de partida de este delicioso y crudo relato, afrontado como una hiriente crítica a una sociedad golpeada por el racismo, pero también con un cierto análisis sobre la labor que los líderes negros en su afán por mover los instintos y la capacidad de rebeldía de la población de color.
Mediante una serie de personajes y ciudadanos del pueblo en donde se producen los hechos, el autor nos hace viajar al pasado de los protagonistas, entre los que encontramos a los descendientes de un general sudista que luchó en la guerra de secesión, el pasado de un esclavo propiedad de este general y la vida de sus descendientes, siempre al servicio de la familia, y la visión de un hombre de color educado en el norte, cuyo nexo con la novela se materializará de manera abrupta y crítica como mensajero de lo que este cuento nos quiere trasladar. Todos estos personajes nos enfocan a la figura de Tucker Caliban, detonante de la salida masiva de la población de color, para terminar enlazando con los pensamientos y las sensaciones mostradas por el autor, por medio del personaje de un estudiante de color que se muestra confuso con lo que sucede en aquel territorio.
"El tambor diferente" es un canto antirracista, narrado en forma de cuento. Su narrativa es ágil y, sobre todo, en sus primeros tres cuartos, especialmente adictiva, en su pausado descubrir del pasado y las circunstancias que rodean a los personajes. Como tal cuento, cada uno debe encontrar su moraleja, su lectura personal de un libro tan evocador de una época, como liberador en base a la situación de una población negra, pisoteada en aquellos Estados del sur, en donde la persecución y el maltrato a su raza eran tan cotidianas. Un horizonte de esperanza se muestra en sus páginas. Lo que sucede es que esta solución, ese éxodo, debe cobrarse un peaje, el precio de la barbarie y del sin sentido. Porque al final, ante hechos indescifrables y desconocidos, algunos, los menos sesudos, los menos inteligentes, los faltos de humanidad, muestran con la violencia su propia mediocridad.
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