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lunes, 7 de diciembre de 2015

"Augusto" - Adrian Goldsworthy


No soy un especialista, ni siquiera un lejano conocedor de las instituciones romanas, existentes en el transcurso siglo I a.C. y el I d.C. He leído con detenimiento el ensayo sobre el hombre que nació con el nombre Cayo Octavio Turino y murió con el que terminó por adoptar, Cayo Julio César Augusto. Sin duda, un personaje rodeado de aspiraciones, ego y no poca suerte, que realizó en su persona, el tránsito de la República Romana a Imperio. La lectura del libro, ha sido especialmente instructiva, aunque en algunos momentos, algo embarullada y para mí, compleja. Por ello, no me atrevo a realizar, como en otras ocasiones una reseña completa del libro. Interesante lo es, pero según me han comentado asiduos lectores y conocedores del mundo romano, no es la mejor de las biografías de Augusto, hasta ahora publicadas. 


Edito nota de la web de Esfera de los Libros sobre el este ensayo de Goldsworthy.


"Idus de marzo del año 44 a.C., Julio César fue asesinado a los pies de la estatua de Pompeyo. En ese momento, Octavio no era más que un oscuro adolescente recién adoptado por el primer hombre de Roma. Ante el magnicidio, dio un paso al frente y se proclamó su legítimo heredero y sucesor. Nadie le tomó en serio; sin embargo, en pocos meses formó un ejército y consiguió alzarse como uno de los tres hombres más poderosos del momento con Marco Antonio y Lépido.
Durante la década siguiente su autoridad se fue consolidando mientras Marco Antonio fracasaba en Oriente y caía en los brazos de Cleopatra. Octavio, confiado en sus fuerzas, atacó a su viejo aliado y le venció. En el 31 a.C., ya sin rivales, se convirtió en el primer emperador acabando para siempre con la República. Y así, Octavio pasó a llamarse Augusto y Roma se transformó en un imperio.
Consumado manipulador, propagandista y con gran dominio de la teatralidad,Augusto podía ser impulsivo y emocional, despiadado y generoso. De la familia y los amigos esperaba que representaran los papeles que les había asignado, por eso exilió a su hija y su nieto cuando no se ajustaron al guion. Fue el suyo un gobierno repleto de contradicciones por lo que su personalidad resulta difícil de aprehender. En esta nueva biografía, Adrian Goldsworthy ―como ya hiciese para abordar la figura de Julio César― se apoya exclusivamente en las fuentes antiguas para tratar en detalle la existencia del emperador y dar nueva luz sobre el hombre y su época."