Recientemente he tenido la suerte de disfrutar de un pequeño viaje de tres días en los que he recorrido las tierras de Soria. Gratamente sorprendido, me dispongo a publicar una tanda de reseñas sobre distintos lugares y emplazamientos de una provincia que, definitivamente me ha encantado y a la que prometo volver cuando pueda.
Comienzo mi andadura en el Monasterio de San Juan de Duero o también conocido como Arcos de San Juan del Duero. Justo antes de cruzar el emblemático río castellano para entrar en la capital soriana, nos encontramos con este monasterio Hospitalario, fundado alrededor del siglo XII, por estos monjes caballeros, posiblemente provenientes de Tierra Santa. Sin duda, es una de las obras románicas más importantes de la península. Dos características llaman la atención. Por un lado el claustro, de forma irregular, que goza de una anormal y extraordinaria disparidad de arquerías. Su gusto oriental y exótico, lo hace excepcional. Por otro lado, en el interior de la iglesia de una sola nave, podemos disfrutar de dos templetes o baldaquinos adosados a sus muros, a modo de iconostasio, con sendas cúpulas y sostenido por columnas rematadas por vistosos capiteles.
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