Los baños públicos mejor conservados de Roma y los más grandes hasta la construcción de las termas de Diocleciano. También llamadas las termas Antoninas, fueron construidas entre el 212 y el 217 d.C. Relativamente a desmano del centro de Roma, vale la pena visitarlas, por su conservación, en la que se pueden observar altos muros, bóvedas semidestruídas y restos de mosaicos. En su interior, la sensación de grandiosidad y lujo, todavía puede respirarse, mientras se pasea a lo largo de las estancias, que en otro tiempo fueron gradas, caldarium, tepidarium o natatio.
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