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martes, 2 de julio de 2013

"El Terror" - Dan Simmons


En mayo de 1845, los barcos llamados HMS Terror y HMS Erebus, partieron de Inglaterra bajo el mando de Sir John Franklin y con una tripulación total de 135 hombres. Su meta era encontrar el anhelado Paso del Noroeste posibilitando cruzar al norte de Canadá y Alaska desde el Océano Atlántico hasta el Océano Pacífico. Para ello ordenó reforzar los dos barcos con barras de hierro para así poder franquear la banquisa de hielo que se forma cuando el agua se congela en invierno. 



Así comienza la novela de Dan Simmons titulada “El Terror”. Ciertamente esta expedición que nunca encontró su meta y obligó a realizar en los años siguientes una serie de infructuosos rescates para encontrar supervivientes, es una buena base para escribir una novela, sobre todo debido al desconocimiento casi total de las circunstancias que rodearon la desaparición de todos sus miembros. Y el escritor lo aprovecha para realizar una descripción cruda y fría de lo que les pudo pasar durante al menos tres años, desde 1845 hasta 1848. 

Se nota que Dan Simmons ha preparado el libro a conciencia, estudiando tanto los factores meteorológicos y geológicos de la zona donde transcurre la expedición, como todos los aspectos que rodean la organización, vida en común y circunstancias a bordo de los barcos británicos. El autor consigue describirnos el ambiente desolador y helado de la situación en la que se encuentran los barcos en el momento en que ya no pueden avanzar más sobre las aguas debido a la creación de la banquisa de hielo en pleno invierno. Esta situación se extiende por lo menos durante dos años, provocando practicamente aplastamiento de las naves por la presión de las aguas heladas. El frío continuo, la humedad en las ropas mal preparadas para una climatología tan adversa, el ruido constante producido por el hielo al comprimir los barcos o por el movimiento inapreciable del mar helado, produce un efecto de abandono y  desamparo que acompañará a las tripulaciones a lo largo de la expedición. Además hay que tener en cuenta, que los buques llevaban combustible y provisiones limitadas al tiempo estimado para localizar el Paso del Noroeste que consideraba el comandante con unas condiciones de tiempo ideales. Al quedar colapsados entre los témpanos, sus almacenes tenderán a reducirse conforme el tiempo avanza. 

Con el paso de los meses los miembros de la expedición deberán tomar la decisión de abandonar los barcos para intentar regresar a aguas abiertas a pie. Desde este momento la inactividad de los marineros pasará a ser simplemente una carrera hacia la supervivencia. El esfuerzo por trasladar botes para navegar, ante la posibilidad de encontrar vías abiertas entre el hielo, más las provisiones y materiales necesarios para conseguir su meta, son un hándicap importante ante la agresividad del medio que les rodea, y el agotamiento físico y los problemas de malnutrición y mala calidad de la comida enlatada, les llevará a luchar contra una muerte que les persigue a lo largo de su viaje. 

El autor del libro nos plantea capítulos no excesivamente extensos, cada uno de ellos protagonizados por distintos miembros de la expedición, lo que nos traslada distintas versiones de lo sucedido durante el viaje. Sin embargo hay un protagonista por encima de todos. Se trata del Capitán al mando del HMS Terror, Francis Crozier. Este personaje toma protagonismo de gran parte de la novela y nos lleva de la mano por los problemas y decisiones que se tuvieron que tomar a lo largo de la expedición. Le acompañan otros protagonistas, que tendrán que combatir no solo contra el frío y la desolación, sino también contra las enfermedades como el escorbuto, que nos dejan terribles descripciones de gran crudeza, incluido el posible canibalismo perpetrado al final de la expedición. Otro personaje con gran simbolismo y crucial en determinados momentos del relato es la esquimal a la que llamaban “Dama Silenciosa”, que sobre todo, al final del libro tendrá un protagonismo especial, lo cual aprovechará, el escritor para describirnos la manera de vida y supervivencia de los pueblos Inuit en los territorios helados. 

Dan Simmons introduce un componente fantástico en la novela. No voy a revelar cual es, pero si comentaré de lo innecesario de su participación en el relato. Las circunstancias desconocidas de lo sucedido, dan espacio para que el novelista introduzca este apartado pseudo-mágico, pero ciertamente, sin desmerecer la novela, es una licencia que perfectamente se podía haber omitido. Bien es verdad, que da cierta sensación de tensión y miedo, añadido a la ya de por sí terrible situación de los expedicionarios, por lo que tampoco entorpece en ningún momento la redacción de los hechos. Por supuesto su utilización es una licencia libre y arbitraria del escritor y en cierta manera logra un efecto cuando menos desasosegante. Durante la lectura del libro, he querido pensar que este elemento fantástico es una metáfora del crudo frío invernal que los protagonistas sufren a lo largo del libro.

No puedo evitar incluir un párrafo de la novela suficientemente significativo de lo que quiero decir: “El frío no cejaba, el hielo tenso, las tormentas eléctricas, la extraña ausencia de focas y ballenas y aves y morsas y animales terrestres, el incesante encogimiento de la banquisa, los icebergs que se han abierto camino a través del hielo sólido sin dejar ni un solo fragmento de agua abierta tras ellos, la súbita erupción como un terremoto blanco de crestas de presión, las estrellas danzarinas, las latas de comida mal selladas y ahora convertidas en veneno, los veranos que no llegaban, los pasos que no se abrían…, todo. Y ese todo es la manifestación de un diablo que los quería muertos”

En definitiva un libro muy recomendable, donde no hay sitio para los remilgos, ante situaciones de supervivencia y frente a la visión de terribles enfermedades y situaciones al límite de lo humano. Y de paso, sirve de homenaje a esos personajes legendarios e históricos que siempre han aspirado a viajar y descubrir lo desconocido, a riesgo de perder sus vidas, para mayor gloria suya y de su país.

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