Colson Whitehead es uno de los tres novelistas estadounidenses que tiene el honor de acaparar un par de Premios Pulitzer, en este caso por sus novelas, El ferrocarril subterráneo (2017) y Los chicos de la Nickel (2020), ambas deudoras de lectura por mi parte. Surgió hace un par de años la posibilidad de hacerme con su última novela, firmada por el autor, en la Librería Amapolas en Octubre de Madrid, en uno de esos viajes relámpago que hago en busca de placer cultural y gastronómico a la capital. Y así fue como me acerco por primera vez al autor afroamericano del que tantas cosas buenas he escuchado en los últimos diez años.
En esta ocasión el autor nos traslada al Harlem de comienzos de los años sesenta del pasado siglo. Ray Carney es propietario de una boyante tienda de muebles y está casado con una mujer de ensueño con la que tiene dos hijos. El negocio le da para vivir bastante bien. Además, utiliza su trastienda para revender y colocar algunos pequeños artículos robados que gente del barrio no sabe como quitarse de encima. Con todo, su vida fluye dentro de la legalidad y prosperidad. Un día, su primo del alma, al que siempre ha sacado de aprietos buscados, le mete en un golpe delictivo de altura y demasiado peligroso que le marcará durante los años siguientes, y que son narrados en el libro a lo largo de tres grandes capítulos en la novela. A partir de ese momento, sin buscarlo, Ray se cruza con personajes del hampa, delincuentes callejeros, políticos corruptos con miras institucionales, abogados y peristas pendientes de jugosas oportunidades, policías más preocupados del sobre mensual que de la delincuencia creciente del barrio y una burguesía negra de nuevo cuño que marcará el futuro de aquella zona de la gran Nueva York.
Whitehead desarrolla la vida, en esos años, del protagonista, de la mano de su barrio y entorno más cercano, tanto familiar como de amistades y clientes alrededor de su negocio, punto neurálgico de su día a día. Sus vaivenes heredados del negocio de perista, casi un capricho para él, y su pasión por los muebles, demostrado página a lo largo de la novela, nos transportan a un Harlem en el que el protagonista busca hacerse un hueco, crecer entre una comunidad en la que empiezan a emerger quienes aspiran a medrar en la sociedad, y quienes se pierden en la pobreza, las drogas y la delincuencia de barrio. Las calles también juegan un importante lugar en la trama. Unas resultan ser cómodas zonas residenciales donde la vida de las familias transitan día a día con cierta tranquilidad, mientras a solo un par de manzanas, la droga, la delincuencia y los disturbios afloran como algo normal. Esa convivencia compleja de ambas facetas acompaña el devenir del protagonista, quien busca un equilibrio entre su prometedor negocio acompañado de una cómoda y feliz familia, y esos toqueteos peligrosos en el mercado de artículos robados que le llevarán al límite en algunas comprometedoras situaciones.
En este devenir, el autor realiza un viaje panorámico por un Harlem lleno de contradicciones y peculiaridades, concordante a la cuestión racial, pero también a una época en la que la corrupción, las drogas y la violencia están al orden del día. A esto hay que sumarle el crecimiento, no solo del barrio, sino también del propio Nueva York, su evolución urbanística, así como la búsqueda de medrar de los miembros de su comunidad, en su afán por mejorar las condiciones de vida, a veces, complicadas y duras. Whitehead compone un excelente thriller en el que no solo busca transmitir al lector una trama de robos, traiciones y delincuencia, sino que además, la cimenta en base a un fantástico y gran fresco en el que armoniza lo sucedido a los protagonistas con el escenario social, económico y político de un Harlem, con sus particulares, propias y duras características.
Excelente reseña. Concuerdo con lo que decís. La lectura de este libro y conocer al autor fue gracias a tu ranking. Abrazo grande y a seguir reseñando Iñigo.
ResponderEliminarUn placer y gracias por pasarte. Siempre.
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