¡Cómo está creciendo exponencialmente en calidad esta serie de cómics creada por el guionista Jason Aaron! Aunque, francamente, a mi no me ha sorprendido en absoluto. Mi apuesta personal por el autor, después disfrutar de Scalped hace unos años, era inevitable. La trayectoria y profundidad de los personajes del condado de Craw County va en ascenso. La trama principal de la historia se ramifica en varias lineas transversales sin perder nada de presencia en el argumento. Potencia a personajes que en principio pudieran parecer secundarios, pero que inciden en los caracteres de los protagonistas principales, aportando profundidad y recorrido a la historia narrada por Aaron e impecablemente ilustrada por Latour.
El tomo cuarto emplaza al lector con el comienzo de la nueva temporada de la liga de football, sobre todo con todas sus incidencias negativas, casi catastróficas, tras la muerte del entrenador defensivo del equipo dirigido por Euless Boss. Los equipos contrarios los están haciendo trizas y el tiránico coach no duda en tomar las medidas necesarias para lograr su primordial objetivo... volver a ganar partidos. Mientras, su poder e imagen pierden apoyos ante algunos de los personajes más importantes de la comunidad. Todo ello sucede ante la mirada expectante y vigilante de la hija de Earl Tubb en su búsqueda de venganza. Para redondear un número inmenso, llamo la atención en la aparición de aquel extraño y misterioso arquero vagabundo que nos presentaron en el anterior número. Además, un duro contendiente de altura para Boss aparece en escena, con altos niveles de violencia y poder de manipulación, lo que elevará la tensión a extremos hasta ahora no vistos.
Otra vez la dureza de las escenas y los diálogos imperan en la historia que rodea los hechos del condado de Craw County de la mano de un inmenso Jason Aaron, al que hay que alabar la capacidad de ahondar en el personaje grandioso de Euless Boss. Hay momentos en que se llega a empatizar con semejante cabrón, a sabiendas de sus malas artes y de que si algún tipejo del cómic no le sigue la corriente, es posible que acabe bajo tierra. La trama continua firme hacia no sabemos donde, ampliando personajes, lineas dramáticas y odio, mucho odio. Por lo demás, Latour sigue empleando lo mejor de sí en mostrar grandes escenas de acción y violencia con una ilustración potente a nivel de dibujo y adictiva a nivel de color. El planteamiento es directo y se abre camino página tras página sin tapujos, sin esconder absolutamente nada, logrando espectaculares viñetas y combinaciones. Un gran número y posiblemente uno de los grandes cómics de la actualidad.