Allá por noviembre de 2013, justo hace cuatro años, un jovencísimo Philippe Jaroussky presentó en el Auditorio Baluarte de Pamplona su disco dedicado a Farinelli y las Arias de Porpora. Ya en aquella ocasión demostró su versatilidad y grandes dotes en su voz de contratenor y sobre todo en su elegancia y técnica en el escenario. Años después, en 2016, estaba programada su actuación en la representación orquestada de la ópera Parténope, pero el fallecimiento de su padre le obligó a disculpar su presencia. Por fin, el pasado 13 de noviembre y nuevamente para presentar su último disco, "The Haendel Album", el extraordinario cantante actuó de nuevo en Pamplona.
Se acompañó de la Ensemble Artaserse, agrupación creada por él y tres amigos más en el año 2002. El repertorio, absolutamente Haendel, pero en este caso, con el protagonismo de recitativos y arias de óperas menos conocidas del insigne compositor. Intercalando de manera muy inteligente y siguiendo un preclaro contexto musical, se incluyeron piezas orquestales, incluyendo una obertura, una sinfonía, y sobre todo diferentes movimientos de sus Concertos Grossos. Debo señalar que la Ensemble Artaserse demostró conjunción, claridad y dominio en las partituras, mostrando cierta ortodoxia musical, y aportando eso sí, alegría, pasión y sobre todo, cierto derroche de buen rollo. La sonoridad clara y limpia, sobre todo en su primera parte, fueron el mejor acompañamiento que se podía ofrecer a la presencia de Jaroussky.
Poco o nada tiene que demostrar el contratenor a un público, en general rendido ante su buen hacer. En sus interpretaciones la musicalidad se alía con una técnica envidiable. Su solvencia a la hora de representar recitativos y arias se conjuga con la pasión que despliega en el escenario. Es cierto que las arias rápidas, de vertiginosos ascendentes y complejos agudos, sorprenden al público de hoy, como por ejemplo, sucedió interpretando "Rompo i lacci" de la ópera "Flavio". Pero es en las arias de corte dramático, llenas de sentimiento y delicadeza, donde Jaroussky goza de pleno dominio, como pudimos comprobar con "Ombra cara" de "Radamisto" o la maravillosa "Ombra mai fu" de "Jerjes", con la que nos deleitó y emocionó en una de sus propinas finales. Además de técnica, buen gusto y calidad, el interprete gozó de gran generosidad, regalando a un público entregado tres piezas más del compositor alemán. Una velada de las que no se olvidan... Bravo.
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