Como si hubieran encontrado la quimera de oro, Scorsese y Di Caprio siguen disfrutando de su colaboración, en cada una de las películas que estrenan. "El lobo..." es su quinta película juntos, y parece que su ambición no tiene límites y nos seguirán deleitando con producciones magistrales e interpretaciones poderosas. Sin duda el director es capaz de sacar lo mejor de un actor que ya no tiene nada que demostrar en la pantalla y sin embargo, de alguna manera, sigue denostado en Hollywood, que le niega el Oscar año tras año, a pesar de ser uno de los grandes, sin duda alguna.
Di Caprio interpreta a un joven broker de los años 80 que gracias a una casualidad y tras la quiebra de la empresa en la que trabaja, aterriza en una oficina de bolsa de un pequeño pueblo. Allí descubre el medio de hacerse de oro, por medio de operaciones en el mercado secundario de las acciones de "a centavo". A partir de este momento el ascenso es fulgurante, mareante e imparable. Basado en un personaje real, la película muestra las maniobras que hacen que se forre, casi siempre vulnerando la ley. Su capacidad de hacer dinero, le convierten en un excéntrico hombre de éxito, rodeado de drogas, mujeres y mucho, mucho lujo. Cual gurú o líder de una secta, el control y dominio de sus fieles seguidores lo llevará a vivir fuera de la realidad, siempre pensando en su poder de convocatoria y sobre todo, en como hacer más y más dinero. Sin embargo no tardará en llamar la atención de la ley y sus defensores.
No dejo de pensar en el paralelismo de esta película con la estupenda "Uno de los nuestros". La historia trata de un hombre que empezando desde cero se aúpa al poder gracias a sus actividades fuera de la ley. El ritmo de ambas es trepidante y algunas de las situaciones y escenas resultan extremas, extenuantes, casi inverosímiles. Y como no, ambas son auténticas obras de arte. La capacidad de Scorsese para realizar este tipo de trama, que linda lo esperpéntico y extremo, para no caer en lo banal y ridículo, hace que sea uno de los maestros del cine actual. Porque efectivamente, juega con las sensaciones del espectador. Por ello, hay gente que odia este tipo de películas, porque el director nos reta a buscar en lo más recóndito de sus chiflados personajes, las razones de sus actos. No nos podemos quedar en lo exterior. Scorsese ofrece mucho más. La riqueza, el poder, la autonomía de actos, hacen de ellos y particularmente de Belford, protagonista de "El lobo..." perfiles tan reales y humanos como cercanos a lo imposible, precisamente por el tratamiento visual y sobre todo por el entramado de un guión brillante, artificioso y casi verborréico.
No dejo de pensar en el paralelismo de esta película con la estupenda "Uno de los nuestros". La historia trata de un hombre que empezando desde cero se aúpa al poder gracias a sus actividades fuera de la ley. El ritmo de ambas es trepidante y algunas de las situaciones y escenas resultan extremas, extenuantes, casi inverosímiles. Y como no, ambas son auténticas obras de arte. La capacidad de Scorsese para realizar este tipo de trama, que linda lo esperpéntico y extremo, para no caer en lo banal y ridículo, hace que sea uno de los maestros del cine actual. Porque efectivamente, juega con las sensaciones del espectador. Por ello, hay gente que odia este tipo de películas, porque el director nos reta a buscar en lo más recóndito de sus chiflados personajes, las razones de sus actos. No nos podemos quedar en lo exterior. Scorsese ofrece mucho más. La riqueza, el poder, la autonomía de actos, hacen de ellos y particularmente de Belford, protagonista de "El lobo..." perfiles tan reales y humanos como cercanos a lo imposible, precisamente por el tratamiento visual y sobre todo por el entramado de un guión brillante, artificioso y casi verborréico.
Señalar la espléndida actuación de Di Caprio. No me extenderé más sobre el que creo es, el mejor actor de la actualidad. Le acompaña un correcto y siempre desmedido, Jonah Hill. Por lo demás, Scorsese hace acompañar al protagonista de una pléyade de secundarios, no muy conocidos, pero especialmente prácticos y válidos para servir de coro a una historia delirante, excesiva pero realmente deslumbrante. Y ojo, que el personaje es deleznable, pero no hay que equivocarse. El director no pretende loarlo, sino plantearnos la problemática del éxito fácil a espaldas de la ley. El poder y el dinero, convierten al joven aprendiz en un monstruo... ese es el fin de este film. Mostrarnos esa realidad mediante unos brillantes y desaforados fuegos artificiales. Y todo ello gracias a tres factores. Un enorme guión, un montaje deslumbrante y Di Caprio, todo ello bendecido por el maestro de maestros, Martin Scorsese.
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