"Glass" es el título con el que este año, el director M. Night Shyamalan, ha cerrado la trilogía que comenzó, yo creo que sin saberlo, con su película El protegido y que completó después con el estreno en 2016 de Múltiple. En esta última entrega el director entrelaza a los protagonistas de ambas películas uniéndolos en una clínica/sanatorio en la que una psiquiatra pretenderá convencerles de que ninguno de ellos tiene poderes sobrehumanos y que todas sus capacidades son producto de un desarrollo físico o mental diferente, pero dentro de la normalidad y basados en supuestos problemas psíquicos. Para ello la doctora, encarnada por la actriz Sarah Paulson, contacta con el hijo de David Dunn, con la chica secuestrada por las múltiples identidades de Kevin y con la madre de Elijah Price. Mediante estos familiares busca convencer a los tres protagonistas de tener un pretendida enfermedad.
Tras disfrutar del majestuoso y sorprendente final de Múltiple, muchos de los aficionados al cine de Shyamalan vislumbrábamos y deseábamos que el director de origen indio, terminara con una película esta sobrevenida trilogía. La cuestión era encontrar la manera de culminarla sin menoscabar la calidad y el uso de su genio para cerrarla con condiciones de cierto éxito. La verdad, es que en mi opinión, no lo ha conseguido. Sin embargo, la película me parece francamente mediocre y, quitando algún interesante diálogo, creo que con esta entrega se ha perdido la magia de sus dos precedentes. Los tres protagonistas resultan maniqueos y sus personajes parecen escritos sobre lo ya ofrecido sobre ellos en sus películas precedentes y, francamente, no ofrecen nada nuevo. Es más, la posibilidad de verles como realmente son, sin esconder ni dudar de sus poderes y capacidades especiales, en mi opinión hacen que sus perfiles pierdan interés. Incluso en algún momento parecen auténticas parodias de lo que parecía que representaban en realidad, cuando se mostraron al espectador.
El guión resulta muy pobre, apenas sin sorpresas y sin suspense, a pesar del pretendido giro que presenta el director en un par de ocasiones en su metraje. Todo parece poco hilvanado, falto de consistencia y con apenas tensión, un factor que destilaban sus anteriores entregas con notable calidad. Pero una de las cosas que me llamaron especialmente la atención fue el mal uso de la cámara en exteriores, en las escenas que se reproducen fuera de la clínica/sanatorio. Parecen pertenecer totalmente a una producción de serie B del género o a alguna mala serie de esas que ahora nos invaden en las plataformas de televisión. Es una pena que todo esto, incluso la bso, cuyos dos precedentes resultaron notables, hagan de esta película un producto malogrado. Para mí ha sido una auténtica decepción. Bruce Willis no se sale de un personaje que lo dio todo en El protegido, James McAvoy parece una parodia banal de aquel complejo personaje de Kevin, valorado especialmente por la crítica, y Samuel L. Jackson pierde toda su credibilidad al respecto de su proyecto de vida basado en la lucha entre el bien y el mal... En definitiva, una lástima de cierre.
Me ha gustado la reseña, porque pienso lo mismo. Shyamalan, nos da siempre una de cal y otra de arena. En esta ocasión peor que la cal por ese cierre metido con calzador.
ResponderEliminarUn abrazo.
Absolutamente decepcionante.
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