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lunes, 25 de noviembre de 2019

"Midway. La batalla que condenó a Japón" - Mitsuo Fuchida y Masatake Okumiya

Ediciones Salamina ha publicado recientemente este estudio sobre la batalla de Midway, encuentro decisivo entre las flotas japonesa y norteamericana, en la que Japón salió derrotada y perdió la iniciativa con la que inició la guerra contra los EEUU con el ataque a Pearl Harbor. Salamina continua editando y sacando a la luz, crónicas y memorias de testigos directos en diferentes conflictos mundiales. En este caso, nos ofrece la visión de un par de oficiales japoneses participantes en la batalla celebrada en la primera semana de junio de 1942. La recuperación de esta crónica, realizada en 1951 y publicada en los EEUU en 1955, tiene la interesante particularidad de aportar el relato de los sucesos acaecidos en Midway desde el punto de vista crítico y personal del perdedor, en el que se describen los hechos y errores cometidos por los mandos japoneses, tanto a nivel estratégico como táctico en aquella batalla. Sorprende su relativa objetividad y su crudo análisis sobre la preparación de la que podría haber significado una gran victoria japonesa y que sin embargo desembocó en la pérdida de cuatro portaaviones de la flota imperial.

Mitsuo Fuchida formaba parte de los pilotos destinados en el portaaviones Akagi y aunque tuvo que quedarse en la nave al ser operado de apendicitis, fue testigo directo de las operaciones e hundimiento de este buque. Masatake Okumiya sirvió en el portaaviones Ryujo. Las memorias de ambos no dejan de mostrar una visión sesgada de la batalla pero, por otro lado, nos aportan comentarios, testimonios y opiniones altamente sugerentes y críticas de la misma, relatados con una sorprendente agilidad y entretenida narrativa, demostrando, por otro lado, el gran trabajo de traducción realizado por Carlos Miñarro, tanto como el esfuerzo Salamina y su equipo editorial. 

En sus páginas se cuenta puntualmente las operaciones previas a la batalla, la creación del plan por parte de los mandos japoneses, así como el desarrollo de la misma. Pero además ambos escritores aportan su propia visión crítica de su planificación. Tras el ataque sorpresa sobre Pearl Harbor, la estrategia japonesa prosiguió en vías de un plan ofensivo. Su misión era mantener la iniciativa, adelantarse a la recuperación norteamericana y, sobre todo, forzar un enfrentamiento directo para provocar una nueva victoria y sofocar cualquier intento de revancha por parte de unos EEUU que en poco tiempo podrían superar y enfrentarse con los japoneses de igual a igual. Para ello, Japón organiza un ataque a Midway, como una operación mixta de desembarco en la isla y de cebo a una flota norteamericana obligada a responder a este ataque. Sin embargo, desde el inicio, en el mismo mando operacional japonés, surgen voces divergentes ante esta operación. La lejanía de Midway ponía en grave riesgo la posibilidad de mantener la posición, si fuera ésta conquistada, además de no poseer aviación posicionada en tierra y depender solo de la transportada por la flota. Sin embargo el plan se mantiene, en parte debido a la urgencia por destruir a los americanos y como respuesta al ataque sobre Tokio de los bombarderos de Doolittle. 

Varios factores hicieron que el plan de primeros de junio comenzara con mal pie. La presencia del mal tiempo y la niebla, además de la falta de efectividad de las comunicaciones en la flota combinada japonesa y el previo descubrimiento por parte de los norteamericanos de la operación japonesa sobre Midway, son los más relevantes. La reacción de los portaaviones americanos además de la arrogante confianza de los japoneses, provocó el destino fatal para la flota combinada. Las operaciones de bombardeo sobre Midway no encontraron avión alguno americano sobre tierra, a pesar de lo cual los mandos japoneses continuaron con su plan de ataque. Además el avistamiento ya tardío de la flota de EEUU, llegó tarde al puesto de mando japonés. Mientras la primera oleada de cazas y bombardeos japoneses regresaba de Midway a los portaaviones, el ataque americano cogió de sorpresa a las tripulaciones del Agaki, del Kaga y el Soryu, quienes ante tal eventualidad, cambiaron hasta en tres ocasiones el armamento de sus aviones en mitad de la compleja tesitura de como y a quién bombardear o torpedear. Yamamoto y Namura desconocían el número de los portaaviones de EEUU en la zona, sorprendiéndose por la presencia del Yorktown, al que creían hundido. Como resultado de la pérdida de sus cuatro portaaviones, la nula destrucción de los aviones de Midway y la presencia de tres portaaviones americanos en la zona, Yamamoto ordenó el abandono de la operación. 

Fuchida y Okumaya se ocupan en un último capítulo de desgranar los que para ellos fueron los errores garrafales en los que cayó el mando japonés. Por supuesto el descubrimiento del plan por parte de los americanos desarticuló cualquier capacidad de victoria japonesa. Por otro lado la planificación previa de la operación ya era deficiente, especialmente por la dispersión de la flota. Si el plan hubiera tenido como objetivo solamente la destrucción de la flota de EEUU en vez de incluir el ataque e invasión sobre Midway, el resultado posiblemente hubiera sido diferente. Según ambos oficiales, Nagumo cometió tres graves errores: 1º Graves problemas en la exploración realizada previa a la batalla. 2º Su decisión en la planificación de la primera y segunda oleada de ataques de sus aviones. 3ª Su falta de reacción ante el descubrimiento de la flota de portaaviones de los EEUU. Una de las críticas más repetidas en el libro tienen como protagonista a Yamamoto, en su afán por situarse lejos del frente de guerra y a bordo de su acorazado Yamato, en vez de comandar la flota cerca de sus portaaviones. Todo ello unido al retraso tecnológico en las comunicaciones japoneses y especialmente a la arrogancia de sus mandos tras la victoria de Pearl Harbor, fueron las causas que, para los escritores de este estudio dedicado a la definitiva batalla de Midway, provocaron la derrota de la flota japonesa.

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