Tras el desmesurado éxito de "El sexto sentido", M. Night Shyamalan, construyó y presentó esta película en el año 2000. Tras un accidente en un tren, el personaje interpretado por Bruce Willis, resulta ser el único superviviente de la catástrofe. Su cara sale en prensa y televisión. Un día encuentra una tarjeta de una Galería de Arte del Cómic en su parabrisas. Su dueño, interpretado por Samuel L. Jackson, le hace replantearse la vida al respecto de su pasado, cuando le interpela con una pregunta: ¿Recuerda haber estado alguna vez enfermo en su vida?
Me planteo reseñar esta película por dos razones. La Primera, porque es, en mi opinión, la obra más redonda de la serie de películas reseñables de este director. La segunda, es que recientemente se ha publicado, que Shyalaman pretende rodar próximamente su secuela. Desde luego, e independientemente de la calidad de sus primeros trabajos, si su visión de dirigir un film, va ha ser como lo lleva haciendo desde el año 2010 , en el que dirigió "Airbender", preferiría que no cumpliera su compromiso. Como ya he comentado, Shyamalan ha perdido el enfoque y el pulso de buen director con el que disfrutó en sus primeras películas.
"El protegido" es sin duda un gran homenaje al mundo del cómic de los superhéroes. Pero no en la linea de las super producciones de Marvel, sino desde el aspecto de las personas de la calle, de quien sin saberlo, descubre que es especial. Y además cuando lo descubre, no lo afronta como algo normal, sino como un descubrimiento que, en un principio, sólo le plantea problemas profundos en su entorno y en su propia manera de asumir sus dotes, hasta ahora desconocidas. Dotes que dependen de su voluntad, de creerse a uno mismo cómo es, independientemente de sus miedos y sus relaciones personales, que por cierto, parece que no funcionan demasiado bien. El director plantea uno de los principios de la existencia de los cómics. El equilibrio entre el bien y el mal, entre el poder y la falta de él, entre la selección natural del poderoso, físicamente hablando y la del poderoso, intelectualmente hablando. Esa síntesis la encontramos entre el héroe fuerte, bueno, que busca el bien y su contrapartida en el genio, con una mente privilegiada que inevitablemente busca el lado oscuro. Precisamente, en esta balanza encontramos a los dos protagonistas.
Esta nueva situación afectará la vida que le rodea. Primero en su familia, con una mujer con la que no logra reconciliarse, y un hijo que le admira desde el desconocimiento de lo que sucede y la mentalidad ofuscada de su niñez. Por otro lado, la búsqueda que realiza el personaje de Samuel L. Jackson, afecta también al mundo en general, porque su búsqueda está por encima de todo, como sacrificio de su enfermedad, que el sufre sin entender por qué.
Shyamalan, nos adentra en el razonamiento más filosófico de la lucha del bien y del mal, de la fuerza física y mental, del por qué del destino de las personas y del buen o mal uso que de ello hacen. Por todo ello, pienso que nos encontramos con una película profunda, metafórica y rica en detalles y fundamentos universales. Todo lo aporta un guión sin excesivas trampas, soportado por un buen grupo actores. Bruce Willis, metódico y contenido, se equilibria, con Samuel L Jackson, más histriónico, pero extraordinario en el planteamiento del personaje que encarna. Completa el cartel, Robin Wright, como la desconsolada esposa y su hijo, lleno de curiosidad, interpretado por Spencer Treat Clark. No puedo terminar la reseña sin comentar el buen uso de la cámara del director y la excelsa banda sonora de un inagotable James Newton Howard.
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