Desde hace años sigo muy de cerca las publicaciones del historiador británico Roger Crowley. Sus ensayos "Constantinopla. 1453", Imperios del mar y Venecia. Ciudad de la Fortuna han sido publicados por la editorial Ático de los Libros obteniendo muy buenas críticas. Su conocimiento de la historia de los países que durante los siglos XV, XVI y XVII dominaron los mares y sus exploraciones, se traslada a sus ensayos en forma de golosas narraciones históricas, aliñadas por un gran dominio de la divulgación y un completo conocimiento de los hechos que cuenta en sus páginas. En esta ocasión, el autor ha afrontado el conjunto de exploraciones y conquistas que llevaron a los portugueses más allá del continente africano hasta el océano Índico, a las puertas del Mar Rojo o el Golfo Pérsico y las costas de la India, durante el corto periodo de años que medió entre 1483 y 1515.
En una época en la que la lucha contra los musulmanes con aires de cruzada se focaliza en el Mediterráneo de la mano de la corona de España, Portugal busca expandirse allende los mares. Principalmente sus monarcas Juan II y sobre todo Manuel I, marcarán las líneas de la exploración y conquista más allá de sus costas. El espíritu de lucha contra el infiel, el afán por contactar con el mítico reino del Preste Juan y formar una alianza con la que desmoronar el poder de El Cairo, así como el honor, la valentía y el sacrificio de las figuras de los que comandaron las diferentes exploraciones, hicieron de Portugal el país dominador del comercio y la navegación desde las costas africanas hasta el océano Índico. A lo mejor otro gallo cantaría si Colón hubiera convencido a Juan II en su sueño por llegar a las Indias por occidente. Sin embargo la empresa portuguesa y el destino dirigió los barcos de Diego Cao y más tarde, de Vasco de Gama bordeando el territorio africano y descubriendo los vientos que desde alta mar del océano Atlántico, posibilitaron rodear el gran continente para adentrarse en un territorio oceánico hasta ahora inexplorado por los europeos pero, para sorpresa de ellos, dominado por navegantes y mercaderes musulmanes. Con todo las tierras de la India, sus especias y riquezas descartaban cualquier obstáculo para su pretendida conquista.
Dos grandes intereses dominaban aquellas expediciones. Por un lado, como he dicho antes, el afán por derrotar a los musulmanes en una guerra santa. Por otro, dominar el comercio de las especias, hasta entonces controlado por los infieles y dominado en su entrada a Europa por los venecianos. Ambos estaban estrechamente unidos y ambos tuvieron que ser afrontados a base de sangre, fuego y conquista. Hombres como Francisco de Almeida y Alfonso de Alburquerque protagonizaron la expansión portuguesa a base de implantar diferentes puestos y fuertes en ciudades de la costa occidental de la India como Cochín, Cananor o Goa, en contraposición a su enfrentamiento con la ciudad de Calicut. Su dominio de la navegación y la artillería, así como su capacidad para aprovechar las diferencias entre los reyezuelos locales, llevaron a estos aventureros a implantarse, con no poco sufrimiento y gran número de pérdidas, en la zona. Batallas como las de Chaul, Dio o Calicut, o los asedios de Goa o incluso Ormuz, en el Golfo Pérsico, muestran el enfrentamiento entre culturas, en la lucha por dominar el mercado de las especias y expulsar a los musulmanes, aún utilizando en ocasiones, medios especialmente sangrientos e inhumanos.
Crowley nos muestra a lo largo y ancho de más de cuatrocientas páginas, cómo los métodos de conquistas evolucionaron, pasando de la necesaria negociación frente a los dominadores y desconocidos gobernantes en aquellos territorios, al uso de la fuerza y la potencia de fuego ante la comprensible desconfianza generada por los aguerridos e impetuosos europeos. De la misma manera, la forma casi medieval de hacer la guerra, heredada de un periodo de cruzadas y reconquista peninsular, donde el honor y las acciones individuales dominaban la batalla, evolucionó hacia un método nuevo, más ordenado y disciplinario de hacer la guerra. Los reveses que sufrieron los portugueses en la India les llevaron a potenciar el uso de la artillería, aplicar el ataque cohesionado y guerrear a sangre y fuego, a expensas en ocasiones, de olvidar la piedad cristiana, especialmente frente a los musulmanes. Otra de las consecuencias de la expansión portuguesa fue el imparable declive de la Venecia, hasta ahora dominadora del comercio de especias en Europa, asunto que el autor aborda transversalmente al final de su ensayo dedicado a la Ciudad de la Fortuna.
"El mar sin fin" es un libro del que puedo vaticinar que se convertirá a partir de ahora una referencia a tener en cuenta, abarcando la temática con gran dominio de la historia, ya sea en su presentación de los grandes hechos como de los meramente anecdóticos, en el que la agilidad en su narración logra que el lector se sumerja irremediablemente en las aventuras vividas por unos exploradores y conquistadores tan audaces como ambiciosos.