Hacía tiempo que no leía alguna de las publicaciones de la editorial Valdemar, en su colección Frontera, con la que está reeditando un buen número de clásicos del western, casi todos ellos conocidos por los aficionados al cine, ya que han servido de base para crear los guiones de la fantástica colección de producciones del género de Hollywood. En este caso me refiero a la novela que fue el origen de la película "The Big Sky", dirigida por Howard Hawks e interpretada por Kirk Douglas en 1952. La novela está escrita por Alfred Bertram Guthrie y pertenece a una trilogía en la que se desarrolla el descubrimiento del oeste americano y la apertura de nuevas rutas. Tiene en su haber un gran número de novelas dedicadas al nacimiento de la nación norteamericana y su expansión al oeste, pero sin duda ésta es una de las más conocidas, sin olvidar la segunda de la trilogía y en la que se basó la película "Camino de Oregón", y que además ganó el Premio Pulitzer en 1950.
La que hoy nos ocupa comienza en Kentuky. En una granja, vive un mozalbete de diecisiete años, maltratado por su padre alcohólico. Su romántica visión del mundo y la situación en aquella dura y desagradecida tierra, le lleva a viajar hasta San Luis, para embarcarse en una gran embarcación fluvial, navegar por el río Misouri y convertirse en un explorador y tratante de pieles, con la idea localizar a su solitario tío Zeb. Todo ello le llevará a convertirse en un Mountain Man y explorar las lejanas y peligrosas tierras de la tribu de los Pies Negros. Su nombre es Boone Caudill y acompañado de su inseparable compañero de viaje, Jim Deakins, afrontará un sin fin de aventuras y desventuras a lo largo de casi veinte años. A lo lago de su vida, remontará el Misouri hasta territorio indio, sufrirá sus ataques silenciosos y mortales, vivirá de la caza de castores y búfalos, compartirá experiencias con un otro explorador llamado Dick Summers, descubrirá pasos al oeste por las montañas inexpugnables y nevadas, y compartirá su vida con los Pies Negros.
La novela representa un auténtico viaje, no solo físico sino también vital. Porque en sus páginas no solo se desarrollan las aventuras de Boone y sus amigos, las cuales están descritas con una asombrosa calidad y estilo, sino que también narran la presencia de un país en ciernes, de paisajes insondables, en los que naturaleza, los nativos y esporádicos aventureros como Caudill, comparten la inmensidad de las praderas, las alturas de sus montañas y, la presencia, siempre en movimiento, de su hilo conductor, el río Misouri. El autor plasma, de la mano de sus personajes, la evolución de un mundo virgen para el hombre civilizado, hacia su conquista mediante la presencia de puestos de comercio, la masiva caza de castores y búfalos y la desaparición de tribus enteras por causa de las enfermedades o sus traslado a otros lugares en busca de caza y supervivencia. Y todo ello sucede bajo los ojos de Caudill y Deakins, en el trascurso de unos años en los que llegan a mimetizarse con el paisaje hasta casi sentirse parte de él, de su libertad y de su inmensidad aparentemente intocable.
Para ello el Guthrie Jr. se desparrama en un fantástico ejercicio descriptivo de todo lo que rodea a los protagonistas. Siguiendo diferentes fases nos describe un buen número de sus peripecias, comenzando por la llegada a las últimas poblaciones de la civilización que sirven de lanzamiento para los exploradores que se adentran en el río. Después los protagonistas se embarcan en un barco fluvial a la búsqueda de castores, para más adelante y años después, encontrarlos cabalgando por las praderas en su búsqueda de los Pies Negros, asentarse con ellos y afrontar el paso de las montañas camino del oeste, para finalizar con el regreso inmisericorde de Boone a casa en Kentucky. Esta experiencia vital nos hace visualizar la evolución de los personajes y el paisaje en que se mueven. A lo largo de todas estas etapas asistimos no solo al desarrollo de Boone y su personalidad, sino también, a los cambios acontecidos en solo quince o veinte años en aquel territorio a las orillas del Misouri. Es un espectáculo para los ojos y los sentidos leer y descubrir las maravillas envueltas en la descripción que el autor hace de las estaciones del año y los seres que viven en aquella naturaleza tan salvaje como generosa. La novela está llena de humanidad, sentimiento, experiencias, pensamientos profundos y sobre todo, mucha belleza.
Guthrie tiene la capacidad de dominar el tiempo que pasa a lo largo de las páginas y mostrar las sensaciones de los protagonistas en el pasar de los años, a base de pintarnos los peligros de las emboscadas que sufren, sus experiencias vitales ante la muerte y, sobre todo, sus sensaciones ante el desarrollo de un territorio al que se sienten pertenecer, pero al que terminan por no reconocer. Una fantástica novela en todo su sentido literario y humano.