Nueva temporada y seguimos con las tramas conspiratorias enmarcadas en un país presidido por Elisabeth Keane, a la que le crecen los enanos sin parar. Si la pasada temporada parecía que el desafío provenía de Oriente Medio, desde Irán y su programa nuclear, poco a poco, a lo largo y ancho de la séptima temporada, la manipulación y las secretas injerencias desde el extranjero, provocan una gravísima crisis en el sistema democrático de los EEUU.
De nuevo la serie se estaciona en la más convulsa actualidad. La presencia de Rusia y los rumores de una posible manipulación en las elecciones que ganó Trump, enlazan sin disimulo con la trama de la serie. De nuevo la manipulación en las redes sociales, los medios de comunicación y el intercambio de noticias potencialmente falsas en los altos estamentos del gobierno estadounidense, provocan una situación de auténtica crisis institucional. Carrie Mathison y Saul Berenson vuelven a sumergirse en un compendio de confabulaciones y conspiraciones que les llevará a implicarse personalmente en la vida política de más alto nivel, en las propias tripas de la Casa Blanca. Para ello, el juego de esta temporada apuesta por la participación de dobles agentes, agresivos intereses rusos por destruir los cimientos de la democracia en EEUU y el complejo equilibrio entre, mantener la autoridad del máximo puesto de responsabilidad en Washington, con el respeto a las libertades, y el ejercicio de la ley.
Respecto a la trama de espionaje, conspiración y suspense, debo decir que la temporada ha funcionado, con sus situaciones un poco rocambolescas, pero necesarias para construir el complejo paisaje de lucha de poder de los servicios de espionaje ruso y americano. Sigo apostando por la figura del para mi siempre robusto y sólido, Saul. Sus dudas en su posición de responsabilidad, sus complejas situaciones a la hora de tomar decisiones y su visión crítica pero muy humana sobre el difícil mundo en el que se mueve, me siguen pareciendo lo mejor de la serie.
Sin embargo, personalmente, Carrie Mathison me está empezando a cargar un poco. Precisamente los primeros capítulos creo que abusan en el tratamiento de la situación personal de la protagonista en su difícil equilibrio en su vida privada por intentar ser una buena madre, mientras comparte casa con la familia de su hermana, e intenta sobrellevar sus crecientes problemas psicológicos y psiquiátricos. Lo digo, porque, los primeros capítulos se me hicieron bastante durillos, por la creciente presencia de un personaje que se repite en sus dificultades personales por conciliar familia, enfermedad y trabajo. Menos mal, que conforme avanzaba la serie, la trama conspiratoria termina por controlar el tempo, las escenas y la tensión de la serie. Habrá que ver qué nos depara la que parece será la octava y última temporada de "Homeland"... Carrie se merece un tranquilo, sosegado y definitivo retiro.