En 2004 se publicó en EEUU una mini serie llamada "Perdedores". Fue la primera vez que disfruté de una de las mejores parejas de creadores del mundo del cómic. El guionista Andy Diggle y el dibujante Jock, demostraron su capacidad de realizar historias vibrantes, llenas de acción y violencia, llegando a grandes niveles de creación y aportando un binomio inmejorable al mundo de cómic.
Casi todos los super héroes han visto publicados un número en el que un equipo creativo ha creado un nuevo comienzo en la vida del protagonista. Sus orígenes pueden ser reinterpretados en tomos más o menos acertados. Le pasó al Año Uno de Miller, con Batman, o los trabajos de Loeb y Sale con Daredevil. En este caso DC encargó algo parecido con la figura de Green Arrow, logrando con este nuevo comienzo del arquero verde, una obra notable en dinámica y dibujo.
Oliver Queen es un joven y caprichoso millonario. Sus fiestas, aventuras, eventos y juergas son famosos. Junto a su mano derecha, Hackett, antiguo marine de la Real Marina Británica, puja en una subasta por el arco del famoso arquero especialista que participó en la película de Curtiz, Robin Hood. En su afán de hombre inversor, Green ha aceptado invertir en una urbanización de lujo en Fiyi, promovida por una misteriosa mujer china y recomendado por Hackett. Para huir de una lamentable situación a la que fue llevado por su abuso del alcohól, Green decide acompañar en el viaje a Fiyi a su mano derecha, para cerrar él personalmente la operación. A partir de este momento, descubrirá que la vida se puede poner muy difícil y la supervivencia de la que será sujeto le enseñará no solo a no morir si no a tener más cuidado con la gente en la que confiar.
Diggle, como ya hizo en Perdedores, nos cuenta una historia de supervivientes, en la que cualquiera de sus personajes puede resultar ser un traidor. La amistad y la venganza toman la iniciativa en su obra, acompañada de un buen número de escenas de acción. Para ello, qué mejor que los trazos rápidos y siempre reconocibles del gran Jock, que apuesta por la agilidad de las viñetas y la combinación de escenas que aportan movimiento a raudales. En este caso hay que nombrar también al colorista David Baron. Sus juegos de colores, trasteando con los verdes, rojos y naranjas, convierten esta obra en una gozada visual muy recomendable. Número autoconclusivo, vale la pena la inversión, de un tomo en tapas duras, entretenido y lleno de acción.
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