Mi primer acercamiento a la obra de Ondaatje fue, como le pasó a la mayoría de la gente que conozco, gracias a la película que en 1996 dirigió Anthony Minghella. Quizás por ello, no me he decidido hasta ahora a leer una novela que me apetecía mucho, pero que soportaba en mi mente la rémora del recuerdo de su paso cinematográfico. Con cierta distancia de la trama y de las imágenes de la película, afronté la lectura de esta novela con el convencimiento de que el tiempo pasado era el suficiente para hincarle el diente sin miedo a la intervención embaucadora de la estupenda producción de Minghella. Y acerté. Básicamente por dos razones. La primera, porque los años pasados desde su visionado hasta ahora no ha emborronado su lectura. Y como segunda razón, la indudable calidad de un relato embriagador, lleno de sentido y sentimientos, que nos traslada a lo más profundo de sus cuatro protagonistas principales, desde escenarios llenos de encanto y belleza, como son el desierto de Libia y Egipto, y la Toscana italiana.
El argumento gira alrededor de una villa de Toscana donde se encuentran cuatro personajes a finales de la invasión de Italia por las tropas aliadas, en la 2ª guerra mundial. Ellos son, una joven enfermera canadiense; su paciente inglés, quemado en la totalidad de su cuerpo y trasladado desde Africa a Italia para su tratamiento; un veterano ladrón y espía canadiense, amigo del padre de la enfermera y un zapador Sij al servicio del ejército británico, encargado de la desactivación de las minas abandonadas en la zona. En este minúsculo universo, en el que el tiempo se ha parado para sus habitantes, cada uno de ellos, supurará pasadas experiencias, compartiéndolas entre ellos, mientras la guerra transcurre hacia su final. Los cuatro, por medio de sus diálogos y conversaciones, nos van desvelando los años transcurridos durante la guerra y antes de ella.
El argumento gira alrededor de una villa de Toscana donde se encuentran cuatro personajes a finales de la invasión de Italia por las tropas aliadas, en la 2ª guerra mundial. Ellos son, una joven enfermera canadiense; su paciente inglés, quemado en la totalidad de su cuerpo y trasladado desde Africa a Italia para su tratamiento; un veterano ladrón y espía canadiense, amigo del padre de la enfermera y un zapador Sij al servicio del ejército británico, encargado de la desactivación de las minas abandonadas en la zona. En este minúsculo universo, en el que el tiempo se ha parado para sus habitantes, cada uno de ellos, supurará pasadas experiencias, compartiéndolas entre ellos, mientras la guerra transcurre hacia su final. Los cuatro, por medio de sus diálogos y conversaciones, nos van desvelando los años transcurridos durante la guerra y antes de ella.
El autor, mientras nos relata lo que sucede en la villa, traslada al lector, mediante diferentes flashbacks a la vida antes de la guerra, del misterioso personaje quemado. Su historia paralela, relata sus expediciones en Libia y Egipto, en búsqueda de lugares míticos, escondidos en la inmensidad del desierto. Una historia de amor, protagonizará su pasado y su presente. Sus expediciones, la sin razón de la guerra en el desierto, la separación de sus colegas y ese amor, condicionarán la historia en la que nos implica el escritor. Mientras, el viejo amigo del padre de la enfermera, llamado Caravaggio, juega a espía, buscando en un pasado no tan lejano, cómo descubrir la verdad del paciente inglés. No menos importante, el relato se centra en la relación entre la enfermera y el soldado sij, en un mundo en el que ella lee y permanece por y para su paciente, mientras ama y espera cada día al zapador, que se juega su existencia entre bombas sin explotar y trampas mortales.
De lectura pausada, esta novela esta repleta de pasión. Pasión por los viajes, por el desierto, por evitar que las bombas exploten, por la paz, por cuidar a un enfermo, por descubrir un pasado, por el amor... Aún pareciendo algunas de ellas, cosas sin alma, sin sentimiento, el autor desarrolla una prosa emotiva, con un gran grado de sentimiento y sensibilidad. Sus historias se entrecruzan a lo largo de las páginas, entremezclándolas, y sin embargo, muestra la misma pasión cuando relata el amor apasionado y pretérito del paciente, como cuando desgrana las horas interminables en las que el sij tarda en desactivar una bomba de doscientos kilos. Y todo ello se basa en una prosa delicada, profunda en ideas y humanidad, con la que consigue embriagar al lector, trasladándolo, no solo al desierto o a la Toscana, sino al alma de los protagonistas. Todos ellos, sufrientes testigos de una guerra, que cambió sus vidas y que les llevó a la villa italiana para encontrarse alrededor de un hombre quemado que encenderá la chispa de sus realidades vitales más profundas. Extraordinario relato en el que cuatro existencias bien diferentes, nos cuentan sus mundos propios, descubriendo un secreto, que si bien no es el núcleo de la novela, si resulta ser el nexo central de sus vidas en esa villa, en ese momento al final de la guerra. Realmente, un libro extraordinario lleno de humanidad, pasión y sensibilidad que recomiendo al que no lo haya leído todavía.
De lectura pausada, esta novela esta repleta de pasión. Pasión por los viajes, por el desierto, por evitar que las bombas exploten, por la paz, por cuidar a un enfermo, por descubrir un pasado, por el amor... Aún pareciendo algunas de ellas, cosas sin alma, sin sentimiento, el autor desarrolla una prosa emotiva, con un gran grado de sentimiento y sensibilidad. Sus historias se entrecruzan a lo largo de las páginas, entremezclándolas, y sin embargo, muestra la misma pasión cuando relata el amor apasionado y pretérito del paciente, como cuando desgrana las horas interminables en las que el sij tarda en desactivar una bomba de doscientos kilos. Y todo ello se basa en una prosa delicada, profunda en ideas y humanidad, con la que consigue embriagar al lector, trasladándolo, no solo al desierto o a la Toscana, sino al alma de los protagonistas. Todos ellos, sufrientes testigos de una guerra, que cambió sus vidas y que les llevó a la villa italiana para encontrarse alrededor de un hombre quemado que encenderá la chispa de sus realidades vitales más profundas. Extraordinario relato en el que cuatro existencias bien diferentes, nos cuentan sus mundos propios, descubriendo un secreto, que si bien no es el núcleo de la novela, si resulta ser el nexo central de sus vidas en esa villa, en ese momento al final de la guerra. Realmente, un libro extraordinario lleno de humanidad, pasión y sensibilidad que recomiendo al que no lo haya leído todavía.