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lunes, 21 de abril de 2025

"Despacio el mundo" - Ramón Andrés

Quien haya leído al escritor y filósofo Ramón Andrés algunas de sus obras publicadas por la Editorial Acantilado, tales como El mundo en el oído, Claudio Monteverdi. Lamento della ninfa, El luthier de Delft o Filosofía y consuelo de la música, galardonado con el premio nacional de ensayo de 2021, conoce de aquella inseparable relación en la mente del autor de la filosofía y la música. La palabra, la vida, la muerte, la escucha atenta, los momentos en los que el tiempo se para, la perfección, la meditación, el ser, el pasar, se incrustan en la eternidad de sus textos, de sus protagonistas, en una simbiosis casi perenne entre la música y el hombre. Es más, a todo esto aporta la artística y pluritemporal de las miradas de los pintores que ha plasmado  lo largo de la historia aquellas imágenes, escenas y hechos cotidianos en los que la  música protagoniza esos momentos eternos de quietud y atención que se muestran en sus cuadros. 

En ese caminar de la vida hacia la muerte, en un esperar de quietud y harmonía, Andrés ha profundizado con conocimiento y mucha sabiduría en los inmensos escenarios en los que la música y la pintura han recorrido esos silencios pintados de sincera y humana musicalidad. Y lo ha hecho acercándose aún más al instante más sagrado, más íntimo en el que un músico detiene el tiempo en un silencio pasado, al tañer una cuerda de su instrumento para lograr, en su búsqueda de la perfección, la nota justa mediante la que afina el sonido que dará pie al perfecto y armonioso movimiento de las notas y melodías salidas de aquel sagrado y perfecto momento. Este el el puntual y anhelante momento que describe en el libro que recientemente ha publicado en nuestro país.

A lo largo de trescientas páginas y cincuenta y dos cuadros que transcurren en el tiempo entre el Renacimiento y el Barroco, Andrés recorre las imágenes y estampas en las que un personaje, a veces ocupando el centro del cuadro y otras relegado a un lugar más secundario, realiza el sagrado y misterioso acto de afinar un instrumento de cuerda. Ese momento tan inspirador en el que el tiempo se para bajo la atención visual y auditiva del protagonista, marca la premisa principal para que el autor nos desgrane su filosofía musical  acompañada de su erudición relativa a la historia de la música y la pintura en base a las experiencias, relaciones y momentos vitales de quienes con su arte y bajo su mirada tan particular de cada uno de ellos, recogen aquel instante iniciático de la perfección musical. 

Los instrumentos que aparecen en aquellos cuadros son tan variados como los momentos y lugares en los que son tañidas sus cuerdas. Tiorbas, laudes, violas di gamba, violines, guitarras o violonchelos, entre los más conocidos, son manejados con atención por ángeles, campesinos, músicos, damas, borrachos o maestros de corte, en lugares tan heterogéneos como escenarios renacentistas donde el punto de fuga y lo arquitectónico marcan el orden y concierto, habitaciones a oscuras donde la luz de una vela apenas ilumina al hacedor musical, tabernas y grandes habitaciones donde un grupo de alegres músicos plantean el inicio de una alegre velada o bucólicos escenarios naturales en los que la música paraliza a personas y animales. Todos estos momentos y lugares concentraron la inspiración artística de cientos de pintores italianos, holandeses, franceses, ingleses, españoles... por eternizar el instante en el que nace la nota, buscada con intereses o desapego, da igual, con la que la armonía y la melodía den comienzo al sagrado acto musical. Andrés busca, en un razonamiento tan coherente como constante en su vida, la ralentización en nuestra vida, atacada por la prisa que invade nuestro día a día. Y lo hace con la personal y enriquecedora descripción de todas estas escenas pictóricas y musicales que completan un libro que sacia la sed de conocimiento y racionalidad del pretendido lector en su búsqueda de sosiego y paz. 

Andrés logra en la gran diversidad de escenarios y personajes presentados, acercar al lector la esencia de un hecho irrepetible y único, en una multiplicidad de lugares, momentos y estilos pictóricos, que hacen al lector viajar en el tiempo y en los estilos artísticos plasmados, haciéndonos partícipes de las experiencias individuales y sociales de quienes plasmaron en su lienzos aquellos instrumentos tañidos, en su infinita búsqueda del instante, logrando mostrar en su páginas un completísimo paisaje humano y artístico englobado entre los siglos XV y XVIII. La lectura de este libro ha sido un delicioso viaje tan enriquecedor como embaucador, un trayecto lleno de belleza e instantes.

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