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martes, 7 de mayo de 2019

"Un escándalo muy inglés" - Miniserie

Nominada a tres Globos de Oro y ganadora de uno de ellos al mejor actor secundario, esta miniserie de tres capítulos describe la relación sentimental y sus consecuencias, mantenida en los años 60 entre el líder del Partido Liberal en Westminster, Jeremy Thorpe, y un joven homosexual. Todo empezó a principios de la década. El soltero y maduro líder liberal mantiene. como otros hombres de Inglaterra, su homosexualidad en secreto, ya que la sodomía está gravemente penada, más aún en el entorno político del Parlamento británico. La relación con el muchacho pasa a mayores, alargándose en el tiempo, hasta su ruptura tiempo después. Sin embargo, por tonto que parezca, la pérdida de la tarjeta de la seguridad social por parte del joven, hará que de manera alternativa en el tiempo, reaparezca de manera incómoda, en la vida del político, incluso tras haber centrado éste su situación familiar con sendos matrimonios consolidados, ya que quedó viudo de su primera esposa. La ambición por medrar en el Parlamento e incluso entrar en coalición en el Gobierno del país, harán que Thorpe tome alguna decisión de la que quizás tenga que arrepentirse en el tiempo.
El veterano Stephen Frears toma la dirección de esta miniserie de la mano de la historia, contada por dos testigos claves. Por un lado el joven traicionado y por otro el mejor amigo y confesor de los secretos del político. Ambos contarán años después, en el juicio celebrado debido a la denuncia contra Thorpe, el transcurso de los hechos que se sucedieron a lo largo de los años. Para ello, el director se aprovecha de sendas y magníficas interpretaciones, de la mano de Hugh Grant y Ben Whishaw, mostrando al público una tragicomedia, en la que se cuenta tan extravagante historia. En algunos momentos resulta especialmente mordaz e incluso sarcástica, conforme se vislumbra la vida de los dos protagonistas y los cruces inesperados en sus caminos, forzando de manera estrafalaria unas consecuencias casi sorprendentes. No olvidemos la presencia intachable del clásico político británico, quien por el hecho de ocupar un asiento en el Parlamento y como líder de un partido, resultaba casi intocable en la sociedad conservadora británica. Por otro lado hay que tener en cuenta que la homosexualidad si bien era aceptada en algunos sectores de la sociedad, en el ámbito político y más aún en su faceta pública, era una realidad absolutamente tabú.
La miniserie goza de momentos brillantes, salpicados de cierto recuerdo a las series clásicas británicas. Sus actores están increíbles, en mi opinión, especialmente Hugh Grant, en un complejo papel fuera de su bis cómica habitual. Whisham por otro lado, disfruta de lleno de su interpretación, clavándola a todos los niveles. La absurdidad de algunos momentos de la serie se entremezcla con la realidad social y política del país como reflejo de la década en la que transcurren sus tres capítulos. Como siempre Frears colma su creación de inteligencia y crítica social, no dudando en ningún momento en torpedear una sociedad tan conservadora como excluyente con las consideradas minorías, en este caso la homosexualidad, mostrando la hipocresía real de un sector social y en definitiva de las élites del país. Francamente recomendable ejercicio de dirección de uno de los indispensables directores británicos, acompañado en este caso de no solo dos grandes actores, sino también de un buen número de notables secundarios.