"Réquiem Alemán" cierra la llamada Trilogía Berlinesa escrita por Philip Kerr y que engloba junto a Violetas de Marzo y Pálido Criminal, las tres primeras novelas protagonizadas por el detective y ex policía alemán, Bernie Gunther. Si las dos primeras sitúan la trama durante el advenimiento al poder del mundo nazi, esta tercera, sitúa al acción tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Alemania ha sido derrotada y Berlin es un amasijo de ruinas repartido entre los vencedores. Sin embargo, la Unión Soviética, a pesar de compartir la ciudad con sus aliados, controla la antigua capital del Tercer Reich con mano dura. La victoria aplastante desde el frente oriental sitúa a los soviéticos en una situación de ventaja frente a norteamericanos, británicos y franceses. Rumores de enfrentamiento comienzan a correr de boca en boca de los maltrechos ciudadanos alemanes. Un excompañero de Gunther es culpado del asesinato de un oficial americano en un supuesto caso de contrabando de tabaco. Con vistas a demostrar su inocencia, apela al buen corazón del detective, quien tendrá que codearse con los servicios de inteligencia y espionaje norteamericanos y soviéticos.
Philip Kerr nos traslada al mundo de la posguerra en Viena, recordándonos que esta ciudad fue el epicentro del espionaje y el contrabando en los territorios perdedores del III Reich. Su protagonista se mueve como puede en un mundo, en el que los intereses por el control definitivo de la zona controlada por los aliados se entrecruza con los intereses de los departamentos de inteligencia de unos y otros. Por si fuera poco, la tensión en Viena se encuentra en su apogeo, ante la disyuntiva de los aliados por encontrar a antiguos criminales de guerra nazis, unos con la idea de llevarlos ante los tribunales o sentenciarlos por su pasado y otros, con el afán algo equívoco de utilizarlos para sus propios fines. El autor, se ha documentado mucho para trasladarnos una situación en el que no todo el mundo es lo que parece ser y en el que el contrabando de productos se entrecruza con el movimiento clandestino de antiguos nazis, mientras soviéticos y norteamericanos comienzan a fajarse en un complejo pulso geoestratégico. La Guerra Fría ha comenzado.
Hay dos o tres factores que me han llamado al atención de esta novela. Desde luego, uno de ellos es la fidelidad histórica en lo que respecta a la terrible situación de la postguerra en Berlín y Viena. No solo el hambre y la falta de suministros de todo tipo, además de la situación de destrucción de las ciudades como consecuencia de la conquista y victoria aliada, campaban en ambas capitales. La huella cruel y aplastante de las fuerzas soviéticas en territorio nazi, ha marcado hondamente a los supervivientes de la guerra. Stalin no tiene ninguna intención de abandonar suelo conquistado y el pulso con los demás aliados protagoniza un peligroso juego de espías, contrabandistas, intercambio de información y como no, una suerte de falta de reglas con las que unos y otros interpretan un doble papel. Para terminar, interesante la presencia de antiguos miembros del partido nazi que, desde la clandestinidad, buscan la ocasión no solo de salir indemnes de semejante situación, sino además, la posibilidad de beneficiarse de ella. Kerr ha recreado un universo, que además de recordarnos la visión de aquel mundo planteada por Orson Welles en su magnífica película "El Tercer Hombre", sitúa a su protagonista, Bernie Gunther, en una auténtica posición de peligro, en el que los intereses de unos y otros, no dudarán en engañar a propios y extraños, aún dejando un reguero de muertes en su camino.
Alemania ha sido derrotada y Berlin es un amasijo de ruinas repartido entre los vencedores. Sin embargo, la Unión Soviética, a pesar de compartir la ciudad con sus aliados, controla la antigua capital del Tercer Reich con mano dura. La victoria aplastante desde el frente oriental sitúa a los soviéticos en una situación de ventaja frente a norteamericanos, británicos y franceses. Rumores de enfrentamiento comienzan a correr de boca en boca de los maltrechos ciudadanos alemanes. Un excompañero de Gunther es culpado del asesinato de un oficial americano en un supuesto caso de contrabando de tabaco. Con vistas a demostrar su inocencia, apela al buen corazón del detective, quien tendrá que codearse con los servicios de inteligencia y espionaje norteamericanos y soviéticos.
Philip Kerr nos traslada al mundo de la posguerra en Viena, recordándonos que esta ciudad fue el epicentro del espionaje y el contrabando en los territorios perdedores del III Reich. Su protagonista se mueve como puede en un mundo, en el que los intereses por el control definitivo de la zona controlada por los aliados se entrecruza con los intereses de los departamentos de inteligencia de unos y otros. Por si fuera poco, la tensión en Viena se encuentra en su apogeo, ante la disyuntiva de los aliados por encontrar a antiguos criminales de guerra nazis, unos con la idea de llevarlos ante los tribunales o sentenciarlos por su pasado y otros, con el afán algo equívoco de utilizarlos para sus propios fines. El autor, se ha documentado mucho para trasladarnos una situación en el que no todo el mundo es lo que parece ser y en el que el contrabando de productos se entrecruza con el movimiento clandestino de antiguos nazis, mientras soviéticos y norteamericanos comienzan a fajarse en un complejo pulso geoestratégico. La Guerra Fría ha comenzado.
Hay dos o tres factores que me han llamado al atención de esta novela. Desde luego, uno de ellos es la fidelidad histórica en lo que respecta a la terrible situación de la postguerra en Berlín y Viena. No solo el hambre y la falta de suministros de todo tipo, además de la situación de destrucción de las ciudades como consecuencia de la conquista y victoria aliada, campaban en ambas capitales. La huella cruel y aplastante de las fuerzas soviéticas en territorio nazi, ha marcado hondamente a los supervivientes de la guerra. Stalin no tiene ninguna intención de abandonar suelo conquistado y el pulso con los demás aliados protagoniza un peligroso juego de espías, contrabandistas, intercambio de información y como no, una suerte de falta de reglas con las que unos y otros interpretan un doble papel. Para terminar, interesante la presencia de antiguos miembros del partido nazi que, desde la clandestinidad, buscan la ocasión no solo de salir indemnes de semejante situación, sino además, la posibilidad de beneficiarse de ella. Kerr ha recreado un universo, que además de recordarnos la visión de aquel mundo planteada por Orson Welles en su magnífica película "El Tercer Hombre", sitúa a su protagonista, Bernie Gunther, en una auténtica posición de peligro, en el que los intereses de unos y otros, no dudarán en engañar a propios y extraños, aún dejando un reguero de muertes en su camino.