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lunes, 18 de febrero de 2019

"A pleno sol"

Cuarta y última película programada en el pasado ciclo cinematográfico de la Semana Pamplona Negra. Dirigida por René Clément en el año 1960, adapta a la pantalla la famosa novela de la escritora Patricia Highsmith, El talento de Mr. Ripley una de las novelas de género negro más valoradas de la primera mitad del siglo XX. En plena gestación artística de la Nouvelle Vague, Clément dirigió esta película con la participación de un jovencísimo Alain Delon, en un año pleno de acierto en sus interpretaciones, al protagonizar también la famosa película de Visconti Rocco y sus hermanos. Le acompañan en el trio protagonista, Marie Laforet y Maurice Ronet, del que también pudimos disfrutar en la proyección en la Semana Pamplona Negra, en la película Ascensor para el cadalso.
Como bien sabréis, ya hayáis leído la novela o hayáis visto la versión cinematográfica del año 1999, interpretada por Jude Law, Matt Damon y Gwyneth Paltrow, la trama gira alrededor de un joven embaucador que acude a Europa a la búsqueda de un adinerado y joven vividor, cuyo padre desea que vuelva lo antes posible a San Francisco. Tom Ripley, encarnado por Delon, disfruta como el que más de la vida disoluta de Philip Greenleaf, hasta el punto de desear desesperadamente vivir sus experiencias en primera persona, además lograr devolverlo a la casa paterna y cobrar una buena recompensa. Cuando ve que Philip comienza a no tomarle en serio y a no tener ninguna intención de volver a los EEUU, Tom tomará una serie de decisiones con las que arrebatar al joven playboy, una vida y un entorno por el que se encuentra absolutamente fascinado.
Ante todo y sobre todo reseñar las magníficas interpretaciones de los tres protagonistas. Si Delon está inmejorable en su papel de seductor y embaucador, Ronet no se queda atrás en un papel perfectamente interpretado en su personaje disoluto, vividor y sin preocupaciones ni ataduras. Las peripecias concatenadas con las que Ripley lucha por lograr su objetivo, deberán sobreponerse a situaciones absolutamente comprometidas, por las que el joven es capaz de entretejer un sórdido y complejo plan. El suspense emanado por la dirección de Clément, mantiene al espectador en vilo a los largo y ancho de la película, mostrando escenarios tan míticos como París, Roma o localizaciones de la costa italiana. Si a esto añadimos la fotografía de Henri Decae, también encargado de la misma en Ascensor para el cadalso, y la banda sonora del maestro Nino Rota, tenemos una de las grandes películas francesas de todos los tiempos. Sublimes las escenas rodadas en el velero, en mitad del Mediterráneo, o en el edificio en donde se refugia Tom Ripley en Roma... Suspense en su mejor dimensión. Desde luego la película de 1999 dirigida por Minghella, aún siendo notable, no supera este clásico indispensable.