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lunes, 25 de febrero de 2019

"Green book"

¿Quién iba a imaginar que aquel loco director de cine, que junto a su hermano Bobby creó aquellas comedias irreverentes y sin remedio que triunfaron a finales de los noventa, como "Dos tontos muy tontos", "Algo pasa con Mary" o "Amor ciego", haya sido capaz de dirigir una película notable y a su vez tan amable, con un guión inteligente y haya contado con la participación de dos actores de  notable carácter interpretativo? Pues bien, Peter Farrelly ha demostrado su capacidad para construir una historia convincente, que si bien redunda en ciertos tópicos de la sociedad norteamericana de los años sesenta, también ahonda en la personalidad de los dos protagonistas, en un juego de equilibrios y aprendizaje en la comunicación entre distintos, completando un buen ejercicio cinematográfico. Por cierto, ganadora de los Premios Oscar a Mejor Película, Mejor Guión Original y Mejor Actor de Reparto.

La trama, situada a principios de los años sesenta, gira alrededor de un portero italoamericano de clubs del Bronx. Al quedarse sin trabajo es contratado para ser el chófer de un pianista afroamericano en su gira de conciertos por el sur de los EEUU.  La premisa principal aborda especialmente el choque de personalidades de ambos personajes, aumentado si cabe, con la compleja situación social del racismo en los años en los que la administración Kennedy afrontó con gran esfuerzo la lucha por la igualdad de razas. Tony Lip y el Dr. Shirley, no solo tienen diferente color de piel, sino que además proceden de ambientes culturales totalmente diferentes. Todo ello les provocará no pocas situaciones, a veces complicadas e incómodas y otras más amables, en el afán del director por mostrar al espectador las dificultades de la convivencia entre diferentes en una sociedad especialmente agresiva y esquiva ante el problema racial, particularmente en los estados del sur. Es cierto, que el guión coloca a los protagonistas en algún que otro apuro, en el que el espectador es capaz de afrontar aquellos problemas de una sociedad reacia a aceptar la diversidad del prójimo. Sin embargo, la voluntad del director es afrontar estas situaciones, siempre con un espíritu amable, con una sonrisa en la cara, a pesar de un par de encuentros complicados, en un afán por transmitir que con la amistad y mucha voluntad, se pueden vencer los prejuicios, el racismo y la soledad. 
Es muy interesante la implicación de ambos protagonistas en sus papeles, con cierto aire de intercambio. El Dr. Shirley, interpretado por Mahershala Ali, representa a un afroamericano diferente, especial, por su nivel cultural y exquisitez, casi en un afán por pasar desapercibido en un mundo de blancos, en el que en el norte de EEUU no ha desentonado. Por otro lado, el rudo Tony Lipp, magistralmente encarnado por Viggo Mortensen, deambula en su mediocridad con total soltura en el universo de los barrios bajos y aún denotando cierto racismo, su necesidad de dinero le hará ver lo injusto de la situación de los afroamericanos en el sur de EEUU. Con todo ello, dos personas tan diferentes, que posiblemente no se hubieran mirado a la cara en su natal Nueva York, aúnan esfuerzos por convivir en la gira del pianista. Sus personalidades terminan por trasmutar en una simbiosis entre diferentes, todo ello, por supuesto, regado con un buen número de situaciones cercanas a la comedia, que cargan un buen porcentaje de crítica social, desde el punto de vista amable y positivista del guión. Como resultado, este viaje de aprendizaje entre distintos, conforma una película de la que se sale con una sonrisa en la cara y con la sensación de haber pasado un buen rato, gracias en gran medida a los dos grandísimos actores, que realizan unas interpretaciones en estado de gracia... Carisma no les falta, la verdad.