Dirigida por el excéntrico Yorgos Lanthimos, La Favorita se presentaba en las pantallas como una de las grandes favoritas a los Oscar de este año. Injustamente solo ha recibido el Oscar a la Mejor Actriz, olvidando, sin justificación posible, sus opciones a, por ejemplo, mejor montaje, diseño de producción, guión original o vestuario, entre otras importantes cualidades. Cabalgando entre el recuerdo y la herencia de "Barry Lyndon" y "La locura del rey Jorge", su trama traslada al espectador a la primera década del siglo XVIII en la corte de la reina Ana de Gran Bretaña. En plena guerra con Francia, dentro del periodo bélico de las Guerra de Sucesión Española, en la corte inglesa se sucede un pulso importante entre el partido Tory y el Whig, en vistas a prorrogar la guerra o aparcarla llegando a un acuerdo con los franceses. Ana gobierna bajo la alargada sombra de Lady Sarah Jennings, su consejera y esposa del Duque de Marlborough, jefe del ejército, quien apoyaba la facción Tory y por ende la guerra. Su relación especial con la reina se complica con la aparición en palacio de una prima lejana, llamada Abigail, quien conociendo las debilidades de la reina, pujará por apartar de su lado a Sarah Jennings y optar por una deseada y nada despreciable cuota de poder en la corte.
La película se encuentra dividida en varios capítulos, en los que se presenta al espectador la situación en la corte, no solo a nivel político y de gobierno, sino también en el ámbito más personal, desde la previa relación de Jennings con la reina Ana, hasta los sucesos acaecidos con la llegada de Abigail. Desde un inicio la joven pretende hacerse un sitio en la corte y demuestra su inteligencia y ambición, hasta el punto de situarse en el entorno más cercano de la reina, situación que aprovechará el líder Whigs para conspirar contra la favorita, su marido y el partido de gobernante. Con todo ello, los dimes y diretes, el pulso sin piedad y la carrera por afianzar la amistad y el cariño de la reina, situarán a las dos protagonistas en una silenciosa y peligrosa guerra por ocupar la habitación de Ana. Por otro lado, conviene no perder de vista el trasfondo político de una época convulsa, no solo por la guerra y su coste económico, sino también por la especial situación de una reina viuda, sin hijos y al borde de la locura y la depresión.
Lanthimos presenta un film a primera vista clásico, en el que la pugna de las dos protagonistas se enmarca en un ambiente proclive a brillar por su belleza y presencia histórica. La ambientación, el vestuario y la localización de Hatfield House, lugar donde se ha rodado la película, sirven de escenario perfecto para el deleite y el brillo de la cinematografía del director. Utilizando una maravillosa fotografía en 35 mm de la mano de Robbie Ryan, sus escenas gozan de gran profundidad y belleza, deleitándose en mostrarnos un buen número de escenas nocturnas, con la aparentemente y única iluminación de las velas. Llamo la atención también en otras escenas grabadas con fotografía de "Ojo de Pez", aportando cierto modernismo a las ya de por si especiales habitaciones y pasillos de palacio.
Pero esta película no tendría sentido si no apuntáramos el extraordinario trabajo de interpretación de las tres actrices protagonistas. Rachel Weisz compone un perfil duro, comprometido políticamente con los Tory y su marido, con el que afronta su posición de ventaja y poder sobre la reina. Emma Stone, la joven advenediza, juega a apostar su juventud y belleza, por desplazar a la favorita, sin miramientos ni objetivos políticos, simplemente por su mero ego y afán por ostentar poder sin más contraprestación. Y por fin, la magnífica Olivia Colman, encarnando a una reina triste y desquiciada, que vive adocenada en la soledad de palacio y con sus queridos conejos y mascotas, como único recuerdo de sus hijos fallecidos. Las han recibido como merecido reconocimiento, sendas nominaciones a gran número candidaturas, a la gran mayoría de galardones cinematográficos del año. Sus personalidades plasmadas en su interpretación resultan notables y contundentes, mereciendo las tres, loas y halagos. En definitiva nos encontramos con la siempre oportuna película de época, salpicada de una gran dirección de diseño, vestuario, ambientación y fotografía, a la que no le falta unas grandes interpretaciones y un guión, que sin ser extraordinario, nos recuerda, las siempre provechosas, cinematográficamente hablando, historias que versan sobre la pasión, la maldad y la carrera por ascenser del ser humano, en su desquiciada lucha por el poder.