Javier Lacomba Tamarit plantea en su primera novela, publicada en 2018, una interesante premisa que lleva al lector a sumergirse en la sociedad de los años sesenta en los EEUU. ¿Qué hubiera sucedido si el atentado contra Kennedy en Dallas, no se hubiera cobrado la vida del Presidente? Además de los sentimientos personales tras la pérdida de su esposa, ¿se hubiera podido dar un giro de ciento ochenta grados en la política nacional e internacional del país? Sobre estas dos preguntas sobrevuela la novela, en un proceso narrativo pivotado sobre esta idea matriz. A partir de este hecho, las implicaciones en la sociedad norteamericana, se focalizan en la familia del periodista Thomas Glass. Es a partir de sus vidas, donde da comienzo un viaje a la sociedad norteamericana, ramificada en una serie de personajes que confluirán de alguna manera, en la segunda gran trama de la novela, amalgamada alrededor de una serie de asesinatos que mantienen a Los Ángeles en un estado de continua tensión.
La idea de que el asesinato de Kennedy no se hubiera producido, abre mil puertas y conjeturas, difíciles de acometer en su plenitud en una novela, pero que dan pie a ideas originales que cimentan una buen argumento. En este caso, será la política internacional, especialmente con miras a la intervención en Vietman, la que resquebrajará no solo la vida de confort de la sociedad norteamericana, sino también la de los Glass y su entorno más cercano. Por medio de las vicisitudes que rodean a esta familia, iremos vislumbrando los problemas sociales generados y los desengaños de una juventud, con vistas a soñar en un porvenir casi inalcanzable. Thomas Glass tendrá que bregar por proteger a sus hijos, frente a su búsqueda de independencia y libertad. Por un lado se nos muestra el nacimiento de los colectivos de protesta frente a las nuevas políticas en el extranjero, las cuales afectan directamente a los juventud del país y, por otro, el autor sobrevuela a baja altura alrededor del sueño de Hollywood y los deseos de un buen número de muchachas por lograr abrirse paso en el mundo del cine, de la mano de oscuros cazatalentos y de un universo sospechosamente escabroso. El trabajo periodístico y de investigación de Thomas, y su visión particular, nada objetiva, de las políticas en el país, entablarán contacto con la larga sombra del FBI y otras instituciones instaladas en las cloacas del gobierno. Si a esto añadimos la trama dedicada al misterioso asesino en serie, nos encontramos con que la novela de Javier Lacomba engloba en sus páginas un buen y complejo caleidoscopio de situaciones entroncadas en aquellos primeros años de los sesenta, tras el frustrado atentado contra Kennedy.
En mi opinión la novela resulta especialmente adictiva. Se compone de un buen número de capítulos, cortos en extensión y titulados por el nombre de algunos de los protagonistas. Esto permite seguir con ritmo y control, la maraña de suspense que Javier traslada con buen pulso al lector. Las tramas se entrelazan con soltura, construyendo un escenario lleno de suspense con aromas de buen thriller, para ir trazando con inteligencia el fluido caudal de las historias que terminan desembocando con acierto, en el final de la novela. Es cierto que la base dramática creada a partir del atentado a Kennedy, me resultó algo endeble. El camino que pudo tomar la política de Kennedy, si no hubiera fallecido en Dallas, es tan insondable como desconocido. Sin embargo, como disparo de salida para la construcción de la novela, funciona convenientemente, ya que sitúa a la sociedad americana en una situación limite y de desconcierto, que junto a la local actividad del asesino en LA, coloca a los protagonistas en el ojo de huracán, con todo lo que conlleva como factor desestabilizador en la vida de familia Glass. No puedo ocultar mi preferencia por la trama del asesino en serie. Es en esta fase donde encuentro a Javier Lacomba más cómodo y fluido. afrontando con seguridad una narrativa que rezuma lo mejor del género de suspense. En definitiva, El cuarto disparo es una novela muy bien construida, argumentalmente adictiva y, sin género de dudas, escrita con buen pulso narrativo.