Tras las dos primeras películas de Iron Man dirigidas por Jon Favreau, la tercera entrega de las aventuras del superhéroe de Marvel fue realizada por el director prácticamente desconocido Shane Black, y francamente, a pesar de mis reservas, el cambio ha dado resultado. La saga parece haber rejuvenecido y aprovechando el gran potencial y el éxito de Los Vengadores, está clara cual es la línea que debe seguir el personaje de Tony Stark, este excéntrico millonario y libertino científico, que se pone la armadura gracias a la cual se le reconoce como Iron Man.
En esta ocasión Tony Stark se tendrá que enfrentar a un terrorista llamado Mandarín que, con un perfil que recuerda mucho a Bin Laden, mediante ataques terroristas tiene atemorizado al mundo y particularmente a los intereses americanos. La duda, es cómo consigue este personaje cometer semejantes ataques con bombas mortíferas y sin embargo nunca aparecen restos de estos artefactos destructivos. Paralelamente aparece en escena un científico visionario que ya tuvo un leve contacto con nuestro héroe a finales de los años noventa, como vemos al inicio de la película, y que tendrá una gran importancia en la trama del film.
Sin duda alguna, estamos ante el personaje más sólido de los que completan el Universo Marvel llevado últimamente a la pantalla de los cines de todo el mundo. Con un pérfil lleno de humor y excéntricidades, el personaje de Tony Stark lográ quitarse el aura de payaso de las anteriores entregas, para hacernos llegar un personaje más humano, pero sin perder la chispa de un tipo tan egocéntrico y misógino como divertido. Con un guión que supera al de las dos primeras películas, la diversión, el entretenimiento, conjugado con espectaculares efectos especiales, escenas de acción y un poco de introspección en el superhéroe, hacen de esta película un producto que vale la pena ver y que hará perdurar la saga.
Es increíble y curioso como Robert Downey Jr. ha conseguido mimetizar su personalidad y carisma como actor, con dos personajes tan variopintos e icónicos como son Iron Man y Sherlock Holmes, contribuyendo a que, como protagonistas de sus propias sagas cinematográficas, tengan su continuidad en próximas películas.