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jueves, 13 de noviembre de 2025

"Monstruo: La historia de Ed Gein" - Mini serie

De los creadores del universo de American Horror Story, de las estupendas mini series Monstruos: La historia de Lyle y Erik MenendezMonstruo: La historia de Jeffrey Dahmer y El vigilante, se ha estrenado recientemente la mini serie dedicada a Ed Gein, conocido como el Carnicero de Plainfield, de la mano del actor Charlie Hunnam en el papel de uno de los asesinos en serie más conocidos y con más ascendiente para los creativos y seguidores de este tipo de perfiles literarios y cinematográficos de la historia de los EEUU. Su notoriedad tras conocer sus asesinatos, llevados a cabo a finales de los años cincuenta en un pequeño pueblo de Wisconsin, llegó a las imaginativas y retorcidas mentes de escritores, guionistas y, especialmente directores de cine tan relevantes, entre otros, como Alfred Hitchcock, Tobe Hooper y Jonathan Demme, transportando aquel modelo a sus películas Psicosis, La masacre de Texas y El silencio de los corderos.
Pues bien, Ian Brennan y Ryan Murphy, han trasladado a esta mini serie de ocho episodios, la vida y obra de asesino, presentando su existencia desde un punto de vista muy peculiar y quizás, algo comprometido. La producción refleja en pantalla la mente de Gein, su visión de los sucedido, es más, de lo que cree que esta sucediendo alrededor de su vida, desde su propio y descontrolado punto de vista, como absoluto protagonista sus actos. Esto nos lleva a viajar con él a un mundo lleno de trastornos, visiones y mundos paralelos en los que se muestran sus desequilibrios mentales y sus consecuencias más deleznables. En todo caso, sus relaciones sociales con el mundo exterior se presentan desde el punto del vista del propio asesino, provocando cierto desconcierto en el espectador, en sus dudas por desentrañar qué es real y qué se cuece dentro de la mente de Gein, especialmente en los primeros capítulos de la serie. 
Todo se muestra en la serie. Desde la relación conflictiva y castrante con su madre omnipresente a lo largo de su vida, hasta sus escarceos con algunas mujeres del pueblo, algunas de ellas posteriormente también víctimas de su presunta esquizofrenia desmedida. Su personalidad se resalta en algunos pasajes muy crudos e incluso repulsivos, que demuestra la intención clara de los creadores de mostrar con pocas delicadezas, algunas de las barbaries cometidas en aquella granja de su propiedad. Además de los asesinatos atribuidos, Gein se dedicaba a desenterrar cadáveres, despiezarlos y realizar piezas de decoración y ropa con su piel. Además, la serie propone la relación sexual  del protagonista con cadáveres, pero esto es algo que creo que no quedó debidamente demostrado. Todo ello se traslada a la pantalla con muy pocos tapujos, mientras los directores se empeñan en mostrar el confuso funcionamiento de su mente y los mundos paralelos en los que se mueve, hasta que fue descubierto y encerrado en una institución mental. Ya encerrado, la mini serie continua indagando en su cerebro y su visión del universo personal en el que vive, hasta el momento de su muerte, una especie de exaltación de su persona que lleva a crear un conflicto moral en el espectador, con la visión mostrada en la producción, provocando un incómodo sentimiento de pena por el personaje, especialmente en su fase final. 
A lo largo de la serie, además de mostrar como trama principal todo lo que hasta ahora he comentado, sus creadores han apostado por mostrar de manera paralela la influencia de Gein en Hitchcock, en su película Psicosis y en el actor Anthony Perkins, y en  las producciones La matanza de Texas o El silencio de los corderos. Y lo hace especialmente en la primera, ahondando en la personalidad de director y actor, con sus interpretaciones y consecuencias derivadas de la producción de la que desde entonces es una película de culto. Pero es que además esta producción muestra también la influencia del protagonista en el efecto fans de asesinos comenzado por entonces, y especialmente en la aparición de otros asesinos en serie posteriores, que tomaron sus actos como guía de uso para llevar a cabo sus actos depredadores y asesinatos, como por ejemplo Richard Speck, Ted Bundy o Jerry Brudos. Y por si fuera poco, en uno de sus últimos capítulos, aparecen aquellos tres miembros del FBI que protagonizaron la increíble e inolvidable serie en sus dos temporadas magníficas Mindhunter 1 y Mindhunter 2, que en los años setenta realizaron su investigación de perfiles de los asesinos estadounidenses famosos, incluyendo a Ed Gein.
Llamo la atención también en la gran apuesta de ambientación, maquillaje y diseño técnico de la serie, claustrofóbica y terriblemente real por momentos. Y, por supuesto, al excelso y por qué no, controvertido trabajo del protagonista Charlie Hunnan, implicado de pies a cabeza en el papel, seguro el más complejo y difícil de sus carrera, como en otras ocasiones, realizado con calidad y empeño interpretativo. El actor tiene la capacidad de encarnar al carnicero con ese halo de credibilidad en que sus actos pertenecen a un universo tan personal y fuera de la realidad que llevan al espectador a preguntarse el cómo y el porqué de sus acciones y alucinaciones. Respecto al elenco de secundarios, alabar la selección de actores y actrices que acompañan en esta terrorífica y, en ocasiones, asquerosa pesadilla, atrapando entre lo deleznable y lo empático al espectador, cual adicción difícil de reconocer. Desde luego, es una mini serie que abunda en excesos y que da que pensar, lo que posiblemente provoque conflictos de credibilidad, en la posición que toman sus creadores, en su discutible crítica y empatía propuesta sobre su personaje. Es una manera de ver su historia y proponerla en la pantalla, incomodando y planteando al espectador sus propios dilemas sobre las enfermedades mentales, sus consecuencias y la vulnerabilidad de las víctimas y su asesino, deudor de una vida y unos desequilibrios personales que dan mucho para pensar. He aquí el dilema planteado.



 

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