Esta semana pasada ha fallecido uno de mis escritores favoritos y, sin duda, una de las cúspides de la literatura estadounidense contemporánea. He leído cinco de sus novelas, reseñadas más abajo, y todas ellas me han dejado su consabida marca a fuego y no mentiré si digo que, cada vez que terminaba la lectura de alguna de ellas, me quedaba la sensación de necesitar aire, por el efecto de las hondas y complejas profundidades narrativas en las que siempre me he sentido sumergido al fluir de sus páginas. Eso sí, debo reconocer que siempre que he podido he regresado a ese fantástico y jodido universo construido por McMarthy, al que uno se adentra y del que nunca se sale indemne. Poco más que decir, solo queda compartir los comentarios vertidos en mi blog tras cada una de aquellas lecturas inolvidables. Descanse en paz. Se le echará de menos.
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