Debo reconocer que tras el visionado de las series de Disney, dentro del universo Star Wars, dedicadas a Bobba Fett y Obi-wan, me había prometido no volver a visionar las siguientes entregas que la productora tenía previsto estrenar en adelante. Y ciertamente y equivocadamente, cumplí mi promesa durante bastantes semanas después del estreno de la serie Andor. Sin embargo, fue leer comentarios de buenos amigos y aficionados en las redes, lo que me convenció de que quizás lo más apropiado sería dar una oportunidad a la nueva producción dedicada a Cassian Andor, aquel personaje de la película Rogue One, que junto a Jyn Erso y un grupo de valientes rebeldes robaron en una base del Imperio los planos de la Estrella de la Muerte.
Pues bien, reconozco que me equivoqué y debo decir que la serie resulta ser de lo mejorcito que se ha realizado dentro del Universo Star Wars, junto a la trilogía original, el Episodio VII y por supuesto, Rogue One. Y son varias las razones que aporto para sustentar esta opinión. Por un lado, la distancia que toma la serie de prácticamente todo lo que conocemos de Star Wars, más allá de tratar en su trama del inicio de la Resistencia contra el Imperio, en una época en la que el Emperador ya busca apartar del poder y de las tomas de decisiones a un Senado en preclara decadencia. Por otro, nos encontramos con un guion solido en cuanto a su desarrollo, bien ordenado y razonado en cuanto a la presencia de sentimientos, ilusiones y sueños de unos personajes, dotados de profundidad y carácter suficiente como para defender su presencia en la serie.
En este caso la serie nos muestra a un Cassian dedicado al contrabando de materiales imperiales junto a una más que amiga socia en el negocio. Mientras juega en este peligroso mercado, busca a su hermana desaparecida hace años en el planeta donde crecieron en una comunidad de jóvenes huérfanos. Todo esto le llevará a llamar la atención de un oficial de una corporación de vigilancia que colabora con el Imperio, mientras un personaje de doble faz, interpretado por un magnífico Stellan Skargard, se acerca al protagonista, encarnado por Diego Luna, para incitarle en una peligrosa operación de un pequeño grupo de rebeldes por conseguir financiación para la causa, ahogada económicamente y que se encuentra al borde de la desaparición. Este golpe podría aupar a la Resistencia en su lucha contra un Imperio, al que busca desenmascarar en sus verdaderas intenciones por gobernar a golpe de puño y control de todo el universo conocido.
Llama la atención, no solo la solidez de la trama que acabo de resumir, sino también el desarrollo del personaje de Andor, desde cierta suspicacia ante los rebeldes y sus intereses y su intención de seguir su propio camino más allá de que sigue sucediendo a su alrededor. Poco a poco, y llevado por las consecuencias de sus actos y afiliación con el personaje de Luthen Rael y el devenir de su personaje hacia el final de la serie, Cassian va descubriendo y creciendo en un destino que le llevará a liderar algo de lo que se veía lejano y ajeno. Es especialmente en los dos últimos capítulos de la temporada, realmente magníficos, donde el personaje da un salto cualitativo, mientras el trasfondo de las actividades de Luthen y la senadora Mon Nothma van mostrando al espectador los mimbres cada vez más firmes de una Resistencia en ciernes. Si a todo esto unimos la participación de una contundente e incisiva villana encarnada por una oficial del Imperio llamada Dendra Meero, podemos llegar a la conclusión de que la propuesta de esta serie está construida sobre robustos y sólidos cimientos dramáticos, en el que se incluyen un buen número de secundarios con enjundia, que aportan mucho a esta primera temporada.
Nuevamente debo dar las gracias a las redes y esos amigos que con sus comentarios me indicaron lo equivocado que estaba en un principio y me llevaron en volandas a disfrutar de esta primera entrega de la serie que posiblemente haya salvado del pozo en el que se estaba metiendo Disney con el tratamiento al universo Star Wars.... Menos mal, menos mal.
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