Sería inútil a estas alturas explicar la trama de una película de la que ya se ha contado prácticamente todo. El estreno fue hace una semana y a nadie se le escapa la razón de la película y su lugar dentro del universo de Star Wars. Aún así, a fuerza de mantener la misma dinámica que manejo en todas mis reseñas no puedo dejar de resumir en cuatro líneas la trama de Rogue One. La película se sitúa justo antes del comienzo del capítulo IV de la saga, el titulado "La Guerra de las Galaxias. Una Nueva Esperanza". Los protagonistas son un grupo de combatientes rebeldes que roban los planos de la Estrella de la Muerte, tal como se cuenta a lo largo del capítulo IV, antes del ataque final a la estación imperial. A partir de esta premisa, el director Gareth Edwards, al que ya conocemos por sus irregulares películas Monsters (2010) y Godzilla (2014), crea una película llena de guiños al universo de las películas de Star Wars, con bastante libertad en personajes y tramas, pero atado a los enlaces directos que debe respetar, conforme a sus conexiones con La Nueva Esperanza.
Para ello, conforma un grupo de protagonistas, que alrededor de la joven Jyn Erso, interpretada por Felicity Jones, se irán uniendo a los rebeldes, cada uno de ellos por sus propias motivaciones, para llevar a cabo el ataque por conseguir los planos de la Estrella de la Muerte. Esos personajes lo conforman un joven capitán de la inteligencia rebelde llamado Cassian Andor, encarnado por Diego Luna, un par de monjes del planeta Jedha, un robot imperial recuperado para la causa rebelde y un piloto de carga imperial renegado que comparte una información trascendental para los rebeldes y la joven Jyn. Enfrente, en el entorno imperial, aparece un malvado director llamado Orson Krennic, antiguo conocido del padre de Jyn, un magnificamente recuperado digitalmente Peter Cushing como Moff Tarkin y en un par de apariciones, el mítico Darth Vader.
En su primera hora se presenta la trama, los personajes y las circunstancias que les llevarán a enfrentarse con el Imperio. En mi opinión, esta primera parte adolece de ritmo y logra a duras penas, ensamblar e hilar a todos a los protagonistas para conseguir su unión en la misión a la que se presentan voluntarios. Es verdad, que son muchos los nuevos personajes que hay que presentar al espectador y difícilmente se puede profundizar más en cada uno de ellos en una hora de metraje. Si bien casi todos ellos resultan algo planos, sobre todo ambos protagonistas, Jyn y Cassian, el director logra más o menos su objetivo, aunque conforme avanza la película no logré empatizar en exceso en los personajes, a excepción de la pareja de monjes, que me parecieron los papeles más redondos. Uno de ellos, ciego, busca con desesperación la ayuda de la Fuerza. El otro, confía más en su armamento que en creencias olvidadas. Sin embargo, ambos se complementan a la perfección y en mi opinión, resultan los personajes más frescos y emotivos de la peli.
Sin embargo y de manera sorprendentemente agradable, la segunda hora de la película logra crear en el ambiente un auténtico halo de aventura, emoción y acción. Presentada como una compleja operación militar, que recuerda mucho en su estructura a las películas clásicas de comandos de la 2º Guerra Mundial, la cinta afronta la misión con buen ritmo y sobre todo un notable montaje, que hace de esta parte del metraje una auténtica gozada visual, llena acciones espectaculares, combates emocionantes y otra vez, grandes duelos entre las naves imperiales y rebeldes, que recuerdan a los mejores momentos de la primera trilogia (IV, V y VI) de Star Wars. Sus escenas consiguen mantener al espectador pegado a las butacas, aún conociendo y esperando el resultado final de la operación.
En definitiva tengo sensaciones encontradas. Su primera parte, aunque necesaria, resulta falta de ritmo y aparece ligeramente deshilada y con cierta falta de cohesión narrativa. Sin embargo, en su segunda hora, remonta el vuelo a niveles notables, convirtiéndose en un film bélico al más puro cine clásico. Aún así, hay que puntualizar, que los personajes parecen bastante planos. Por otro lado los detalles de ambientación son fantásticos ya que enlazan a la perfección con la entrega IV, tanto en vestuario, tipos de naves, mobiliario e incluso con la aparición de algunos personajes que recuerdan algunos aparecidos en La Nueva Esperanza. Las escenas de batalla entre los cazas rebeldes e imperiales recupera el estilo clásico de la trilogía clásica. Además, aún manteniendo cierta independencia narrativa, consigue presenta cierta libertad con respecto de la línea principal, abriendo y presentando nuevas situaciones o personajes. Interesante la idea de un frente rebelde extremista, comandado por el personaje de Forrest Whitaker, como el radical Saw Gerrera, fuera del control de la rebelión oficial.
En definitiva, una cinta que va de menos a más, que llega en sus minutos finales a llenar de placer y nostalgia al aficionado a la saga clásica, con lo que el resultado oculta un comienzo algo titubeante. ¿Hay que verla? Por supuesto que sí... con cierta condescendencia en sus limitaciones, pero sabiendo que el conjunto, aunque imperfecto, funciona con un gran tramo final lleno de honor, esperanza, amistad, emoción, sacrificio y compromiso.