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lunes, 16 de enero de 2023

"Estalinismo en guerra. 1937 - 1949" - Mark Edele

 
Mediante este ensayo, Mark Edele, catedrático de Historia en la Universidad de Melbourne y especialista en historia soviética, analiza el desarrollo y evolución de las fuerzas armadas soviéticas como parte integrante de un plan deliberadamente programado por Stalin como medio sumamente eficaz para proteger y salvaguardar la integridad de la Unión Soviética, en base a un territorio peligrosamente extendido a lo largo de los años treinta y cuarenta y potencialmente objetivo de sufrir un doble frente bélico. Esto no significa que su política económica, industrial, social y bélica fuese eficiente, como demuestran los millones de bajas, las hambrunas y las inmensas cantidades de material bélico perdido en las guerras disputadas. Sin embargo, Stalin solo conoció victorias entre los años 1937 y 1949. 

Precisamente Edele, nos traslada en su análisis, conflictos más allá de los conocidos que enfrentó a la URSS con Finlandia y por supuesto con la Alemania de Hitler. Unos años antes, la preocupación de Stalin estaba dirigida a Oriente, donde una política de intenciones con una China en plena guerra civil, la intervención contra la minoría coreana en territorio fronterizo y el temor a que la política imperialista japonesa provocase una guerra en ese frente, motivó una especie de guerra preventiva contra Japón, que si bien movilizó un número no excesivo de medios militares, sí que se convirtió en una victoria soviética encaminada a apaciguar a Japón y neutralizarlo durante los años venideros.

Mientras, la política interior de Stalin estaba protagonizada por las revoluciones desde arriba, en su búsqueda de la consecución de una revolución industrial, una revolución agraria y una revolución cultural, que llevaron al país sufrir un verdadero hostigamiento y persecución en cuanto al mundo agrario y más tarde desembocando en el conocido como el Gran Terror, provocado en dos fases entre 1934 y 1938. La colectivización y la persecución de elementos supuestamente traidores al Estado llevaron al país a una posición mucho más débil en vísperas de 1939 de lo que se encontraba en 1937. Y, sin embargo, el poder, esa dualidad Poder-Estado, ya estaban consolidadamente unidas en la figura de Stalin. Lo demás era buscar la eficacia de un sistema ineficiente pero especialmente sacrificado en cuanto a la apuesta industrial y humana, llevándolo hasta la gran victoria sobre Berlín en 1945.

Estos sucesos no se circunscribían solo al territorio soviético. Los Países Bálticos, Ucrania, Bielorrusia e incluso Finlandia, en algunos aspectos, fueron campos de batalla que se alargaron en su componente bélico hasta el año 1949. Ya, el tratado con Berlín en cuanto a la partición de Polonia, llevó de calle a la población rusa que no entendía cómo era posible esa alianza, y más, con la cantidad de material, petróleo y caucho que la URSS exportaba a Alemania. Sin embargo, una vez declarada la guerra por Hitler y a pesar de ese tratado, Stalin no movió pieza hasta que la práctica totalidad de Polonia estuviera en manos alemanas. Todo lo cual sobrevino en mayor sorpresa cuando se inició la operación Barbarroja. Dos factores llevaron a la URSS a soportar el empuje alemán, a pesar de las derrotas acumuladas en la segunda mitad de 1941. Por un lado, la cantidad de medios humanos al servicio de Stalin, incluso aquellos que pudo retirar de Oriente en base a sus movimientos previos en 1937. Por otro, la capacidad de movilizar su industria en retaguardia. A esto hay que añadir su presencia casi constante en Moscú, al frente de la resistencia. Sin embargo, y tras ir acumulando victorias en el frente, la Unión Soviética se encontrará con una peligrosa guerra de retaguardia en los frentes internos de Ucrania, Bielorrusia y los Países Bálticos, donde los nacionalismos nacerán en plena guerra para alargarse en el tiempo hasta la derrota alemana, en territorio ya conquistado por el ejército rojo.

Todo estos acontecimientos liderados por un Stalin rocoso y poderoso, llevaron a la URSS a copar todas sus victorias, paralelamente a un proceso industrial, social/racial, económico y bélico, generando estragos internos, grandes hambrunas, procesos estalinistas de persecuciones y asesinatos, hasta llevar al país y a su líder a fagocitar, en cierta manera, la victoria aliada tras la 2ª Guerra Mundial, al oscuro devenir de la Guerra Fría y a su aislacionismo de occidente, como cabeza visible de un gran Imperio creado a su imagen y semejanza.

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