De manera sorpresiva, recientemente se ha publicado el volumen cuarto del cómic Moonshine, con muy poca diferencia de tiempo con la publicación del anterior volumen tercero, que como recordaréis me dejó bastante frío, en su visita de la trama a las calles y pantanos de Nueva Orleans. Sin embargo, el volumen que hoy reseño me da esperanzas de que la serie retome nueva fuerza tras un gran volumen primero y un aceptable volumen segundo.
La trama nos traslada a Cleveland en un claro paso de Azzarello y Risso por olvidar lo sucedido anteriormente en Nueva Orleans. En este caso, Lou Pirlo se esconde en una cochambrosa barriada en las afueras de la ciudad, donde mal vive y se emborracha noche tras noche, en su afán por evitar convertirse en ese terrible ser que va dejando sangrientas huellas allá por donde pasa. En ese transcurrir entre borracheras nocturnas y amaneceres resacosos, aparecen en la ciudad una serie de cuerpos desmembrados, cuya investigación lidera Elliot Ness, poco después de su exitosa captura de Al Capone en Chicago. Mientras, el ex jefe de Pirlo, Joe Masseria, conoce a Tempest Holt en uno de sus locales de la Cleveland. Tempest busca a su padre, aquel personaje de Virginia Occidental a quien en el primer volumen, nuestro protagonista tenía que convencer para vender el whisky que manufacturaba al capo de la mafia. Además, y como nueva trama, Masseria prepara un golpe de efecto contra su rival Maranzano, en un truculento plan que enlazará a la perfección con la presencia de Pirlo en la ciudad.
Por fin parece que Azzarello va encauzando su historia hacia derroteros más mundanos, aunque sin abandonar la larga sombra del terrible maleficio que domina a Lou Pirlo, quien además, ahora puede hablar con los fantasmas de las personas que han fallecido a su paso por los volúmenes anteriores. Con todo, al presentarse una serie de tramas que se entrecruzan en asuntos de la mafia y la investigación de los asesinatos por parte de un conocidísimo Elliot Ness, la historia crece en interés, al apoyarse de nuevo en un guion más marcado por el suspense y el género negro, que por el fantástico o de terror. Además, el dibujo de Risso sigue mostrando lo mejor de este cómic, con la elaboración de estupendas páginas ambientadas en un Cleveland de locales nocturnos, calles oscuras, lujosos hoteles y barrios de chabolas, realizando, como viene haciendo hasta ahora, un trabajo de sobresaliente calidad. Todo lo cual me hace retomar con fuerza mi interés por una serie que por ahora, ha sido un tanto irregular, pero que parece que puede enderezar su trayectoria. Veremos.
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