Sin duda nos encontramos ante una de las producciones para televisión más reconocidas en la primera mitad del año 2021. Estrenada en 2020 en la plataforma HBO, está interpretada por partida doble por Mark Ruffalo, en su magnífica encarnación de dos gemelos residentes en una pequeña población de Connecticut. Y nos enfrentamos con un profundo y oscuro drama, que posiblemente no sea fácil de digerir por parte del potencial espectador de la miniserie. Está por demás decir que Ruffalo se está llevando este año todos los premios habidos y por haber en su categoría correspondiente. Y con razón.
Basada en una novela de Wally Lamb y dirigida y adaptada por Derek Cianfrance, realizador de las notables Blue Valentine y Cruce de caminos, La innegable verdad, nos cuenta las consecuencias en la vida de Dominick Birdsey, tras la automutilación acometida por su hermano gemelo Thomas, enfermo de esquizofrenia. Es desde este punto desde el cual el director, mientras nos narra los esfuerzos de Dominick por sacar a su hermano del centro penitenciario en el que ha sido recluido, cuenta al espectador la vida de ambos gemelos y las circunstancias en las que su abuelo, de origen italiano, llegó al país y comenzó una nueva vida en suelo estadounidense.
La miniserie esta dividida en seis capítulos, en los que desgrana sin misericordia los hechos que rodean la vida de los protagonistas. Y lo hace con toda su dureza y frialdad, expresando minuto a minuto la tragedia y el drama que rodea su existencia. Llega a tal punto que hay momentos en los que dan ganas de abandonar su visionado. Sin embargo, factores de peso hacen que, a pesar de ello y del drama contenido en cada uno de sus escenas, personalmente, no haya podido dejar de verla. No es poca cosa que nos encontremos ante la firma de un director sensible y acostumbrado a mostrar en sus películas los sentimientos y pesares de sus personajes, como ha quedado demostrado en sus producciones anteriores. Cianfrance está empeñado en mostrarnos que la vida no es jauja, que no resulta fácil enfrentarse a los problemas diarios y monumentales con los que conviven sus protagonistas y, como tal, el director afronta su narrativa con conocimiento y mano firme, a pesar del dolor que traslucen las vidas que traslada a la pantalla.
Sin duda, uno de los pilares sobre el que se postula esta miniserie, y posiblemente el más robusto de ellos, sea la impecable interpretación de Mark Rufallo en la piel de ambos hermanos. Está claro que la grabación de la serie se produjo en momentos diferentes en el tiempo, ya que la fisonomía y especialmente el peso del actor, difiere entre la personificación de ambos, Dominick y Thomas, lo que entiendo complicó el proceso de producción. Por supuesto es de agradecer el esfuerzo del actor por ponerse en el papel de Thomas, el hermano esquizofrénico. Pero quizás sea más valorable su trabajo encarnando a Dominick, el digamos teóricamente hermano sano y fuerte que, sin embargo, soporta una enorme carga de responsabilidad al respecto de la relación con su madre y, por supuesto, del cuidado de su hermano, a quien quiere pero en el que reconoce también, en un duelo mental, ser el peso muerto que lleva a sus espaldas. Esta gran carga le afecta en su vida ordinaria, en su relación con su mujer y con su padre adoptivo y, como no, en su día a día, más aún tras la detención de Thomas. Sus miedos y quebrantos, el pasado que vamos descubriendo conforme avanza la serie, y su complejo carácter, se van vislumbrando en su relación con la asistenta social y la psicóloga que atienden a Thomas, hasta el punto de convertirse él mismo en el centro de atención de los profesionales, empeñados en desenterrar un pasado que le pesa demasiado, hundiéndole en el drama de su vida.
Para descubrir los no pocos entresijos de esta dura y dramática serie, hay que hacer de tripas corazón. Pero os aseguro que vale la pena acongojarse en el, a veces excesivo y a flor de piel drama, de este hombre que ha sacrificado su vida por su hermano. Y vale la pena, porque al final de un oscuro y largo túnel, siempre se encuentra la luz y, aunque el camino sea tortuoso y complicado, esta miniserie también muestra un mensaje esperanzador que no solo se descubre en su recta final, sino que también y, tras terminar su visionado, puede ser filtrado entre las vivencias la compleja existencia de los protagonistas, hasta el punto de descubrir que, detrás de una equívoca lectura de un hecho o acontecimiento, a lo mejor, excavando un poco, encontramos una historia de amor o esperanza. ¿Te parece poca razón para verla? No todo lo que parece oscuro y retorcido lo es. Depende mucho de los ojos con que se mire y del momento en el que se haga. La serie nos muestra una enseñanza de vida: Si miramos la vida con perspectiva, evitando dejarnos llevar por la zozobra, los miedos y las murmuraciones, a lo mejor descubrimos que el problema son las impresiones generadas en nuestro subjetivo, manipulado y cabreado cerebro. Y siempre queda el perdón... tomemos buena nota.
Pero si pone a uno a sufrir tanto... Prefiero algo que me ayude y no me abata ¿No te parece?
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