Año 1013. Un noble sajón del sur de Wessex llamado Wulfnoth, vive en el exilio junto sus hombres, en la ciudad de Dyflin, Irlanda. Sus últimos días de vida se embargan en el recuerdo de su hijo Godwin, rehén del rey Ethereld de Wessex. Las disputas en aquella corte ante la tesitura de cómo acometer las invasiones de los daneses y el enfrentamiento con quienes buscaban influenciar las decisiones del rey, le llevaron a abandonar a tierras, familia y honor. Así, con un impactante y muy acertado capítulo, comienza esta novela ambientada en los primeros años del siglo XI en Inglaterra, en una época en la que los sajones y daneses lucharon por el dominio de Mercia, Wessex y Northumbria.
Su protagonista, Godwin, tendrá que hacerse un hueco entre la corte del rey que expulsó a su padre y recuperar las que eran las tierras de su familia, esquilmadas y robadas por los afines a sus enemigos. Su amistad con el príncipe Edmund, le llevará a participar de las guerras y luchas por la sucesión del reino, y a enfrentarse contra los daneses que asolan el país bajo el mando de Svend Barbapartida y posteriormente, a su hijo Canuto. Mientras, las dudas y vaivenes de Ethereld llevarán a aquellos territorios a la total desolación ante las incursiones y los saqueos de daneses y quienes les apoyan en su invasión por quedarse para no irse.
Esta novela de Justin Hill afronta una época clave en la historia de Inglaterra, no solo por lo sucedido en aquellos años y las tres grandes batallas acontecidas en la segunda década del siglo XI, sino también por los importantes hechos que desembocaron, años después, en la invasión normanda del año 1066. El autor maneja con bastante domino, el equilibrio necesario entre la historia de lo sucedido entonces y la ficción de unos personajes que se presentan ante el lector en una estupenda novela de traiciones, heroísmo y grandes guerreros. No es de extrañar que en la memoria histórica se recuerde al rey Ethereld, como el Indeciso. Sus decisiones, o más bien, la falta y mediocridad de ellas, llevaron a que los daneses conquistaran Londres y se establecieran definitivamente en Inglaterra, a pesar del esfuerzo de sus hijos por defender Wessex de la invasión danesa. El pago de grandes cantidades de dinero frenaron durante algunos años el establecimiento de los nórdicos, pero la falta de decisión del rey en buscar un auténtico enfrentamiento permitió a Svend y después a Canuto, hollar tierras inglesas para no abandonarlas, dando pie a una nueva dinastía.
Es aquí donde el autor, acoge en su pluma a Godwin, quien junto al príncipe Edmund se lanza en una cruzada por defender sus tierras y trono. Su lucha en clara desventaja, construye una historia de afrentas y oportunidades perdidas, batallas en donde la robustez de los muros de escudos declinaban la balanza entre la victoria y la derrota. Sus corazones jóvenes y heroicos se enfrentaban no solo a la dureza y veteranía de sus enemigos, sino que además soportaron la desidia de algunos y la deslealtad de otros, provocando situaciones insospechadas, cabalgadas sin rumbo y traiciones imperdonables.
La novela de Justin Hill se lee con gusto y, en general, con buen ritmo. Es cierto que en su mitad divaga un poco en su recorrido, en su presentación de un periodo en el que los protagonistas buscan su sitio en la historia. Sin embargo en mi opinión, esto no es obstáculo para disfrutar de una novela con un gran comienzo y, especialmente, una segunda mitad más que solvente por su desarrollo, con un buen tratamiento de personajes y una rica descripción de un periodo histórico rico en expectación y en batallas. Precisamente, y en este sentido, los encuentros armados entre daneses y sajones, presentan algunas de las mejores fases de la novela. El barro y la suciedad de la batalla, los nervios antes de enfrentarse al enemigo y las amargas consecuencias de las derrotas, conforman una excelente manera de mostrar al lector la crudeza de la época y lo sangriento de aquellas cruentas batallas. Además hay que reconocer el buen trabajo realizado en lo que respecta a la ambientación de la época, los lugares, especialmente detallados, y algunos de los personajes, con un acertado tratamiento de sus relaciones y sentimientos. Estos últimos, particularmente representados en las escenas desarrolladas en la tierra de nacimiento del protagonista y en su "casa larga", sede de la familia y enseña de una casta orgullosa. En definitiva una novela de la que he disfrutado de principio a fin y que describe con acierto una época oscura pero clave para la Inglaterra del inicio de la Edad Media.
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