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jueves, 25 de junio de 2020

"De sangre y ladrillos"

Particularmente me gusta leer cómic europeo porque muchas veces tengo la ocasión de disfrutar del dibujo y ambientación de los grandes y especiales escenarios que sirven de fondo a la historia que se cuenta en sus páginas. Los creadores franceses y belgas son auténticos especialistas en el género. Hace unos años se editó este cómic que hoy reseño, desarrollado un año antes de la 1ª Guerra Mundial en la ciudad de Guisa. En aquella localidad, años antes, un constructor de estufas de hierro con cierta mentalidad abierta y cercana a los ideales primigenios de comunismo y la Internacional, funda un lugar muy especial. Con las riquezas atesoradas por su invento y la fabricación de estufas, construye una fábrica en donde sus empleados no solo serán copropietarios de la misma, sino que además disfrutarán de las instalaciones necesarias para convertir el lugar en una pequeña ciudad donde la idea del cooperativismo y el trabajo solidario sean el núcleo vital y laboral de esta comunidad. El lugar se bautizó como el Familisterio de Godin, que es el apellido de su fundador.
Pues bien, en los aledaños de 1914 una serie de crímenes tienen lugar en este lugar. La prensa no atiende en exceso al asunto, ya que la situación internacional y una serie de escándalos en el gobierno de París ocupan las portadas de los periódicos. Un periodista del periódico L´Humanité y la hija de un notable de la comunidad, se lanzarán a la investigación de los asesinatos, ante la desidia de la policía local, más interesada en cerrar el caso que en mezclarse en los problemas de quienes suelen apañarse solos en su gobierno y organización. La cuestión es que ambos protagonistas no reciben especial ayuda de quienes viven semi encerrados en una sociedad de iguales, donde empiezan a surgir roces debido a lo sucedido y los rumores de guerra en Europa.
Hay varios factores que me llevaron a interesarme por este cómic. Como ya he dicho antes, la ambientación y el trasfondo histórico del volumen me interesa, más por mi puro desconocimiento de este lugar y las circunstancias que lo rodean, como una realidad casi utópica que se verá agredida por el comienzo de la guerra y la incapacidad de la ideología Internacional Socialista por crear un nuevo mundo, social y obrero. El trabajo del ilustrador David Francois es especialmente característico. Sus escenarios son impecables, trasladando edificios, lugares y rincones del Familisterio, del que quedan en pie en la actualidad algunos edificios. La ambientación de la época de preguerra es extraordinario. Respecto al dibujo de los personajes, sus líneas y formas me recuerdan al particular trabajo que tanto me gusta de Cyril Bonin en sus obras Fog y Cámara Oscura, otro especialista del cómic europeo ambientado en la Francia e Inglaterra del primer cuarto del siglo XX. El guion de Régis Hautiére navega en el ámbito del suspense detectivesco en el que no todo es lo que parece y el pasado algo escabroso de algunos protagonistas interviene en el devenir de lo sucedido. En todo caso el trabajo de ambos, a nivel de trama, localización histórica y de ambientación de la obra, fusiona bien en un cómic entretenido y artísticamente, en mi opinión, destacable.




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